domingo, 9 de diciembre de 2007

El 35 ANIVERSARIO


El 35 aniversario de Mortadelo y Filemón, allá por 1993, fue una maniobra mediática hábilmente manejada por Ediciones B, con un despliegue publicitario sin precedentes en la historia de la pareja de agentes de la TIA, que se convirtió en tema de artículos periodísticos, documentales, homenajes y demás. Francisco Ibáñez, el padre de las criaturas, supo estar a la altura firmando un nuevo álbum, El 35 aniversario, que, por diversas razones, alcanza la categoría de “excepcional”, hasta el punto de convertirse en uno de los favoritos de los lectores (véanse los resultados de la encuesta realizada a los aficionados, publicados en el último tema del mes de septiembre de 2007, en este mismo blog).

El 35 aniversario se vendió en Alemania como un álbum conmemorativo del vigésimo aniversario de los personajes en tierras germanas (del 73 al 93), y la estructura de la primera página ya nos informa de ello, pues ya la tercera y cuarta viñeta del álbum hacen mención expresa al desembarco de nuestros personajes en tierras germanas. La historia pretende narrar el nacimiento de Mortadelo, en singular, pues desde el primer momento se habla de “ese tipejo”. Para ello, se nos remite en primer lugar a la figura del autor, Francisco Ibáñez, que será el verdadero protagonista de esta historia sin aventura.

Distinguimos, pues, dos planos de ficción. En primer lugar, una autobiografía que, entre veras y burlas, narra los acontecimientos más destacados de la vida profesional y personal de Ibáñez y , por otra parte, un plano netamente ficticio protagonizado por Mortadelo y Filemón, que irán encontrándose con sus “hermanos de tinta” a lo largo de las páginas. Ambos planos se alternan de manera sutil y rítmica, hasta fundirse en la viñeta final del álbum, donde encontramos a autor y personajes juntos por primera vez.

El autor

Centrándonos en la vida de Francisco Ibáñez, vemos cómo el dibujante traza las circunstancias político-sociales que le tocaron vivir: la situación del clero, los fantasmas de la guerra, las restricciones de luz, la escasez de papel… Todos estos elementos quedan reflejados en la socarrona narración en tercera persona que va guiando la lectura. Precisamente, el contraste entre lo que se narra y el contenido de cada viñeta provoca tal vez los momentos más hilarantes del álbum. Este recurso no es original, pues lo encontramos ya en la serie heredada de Vázquez La historia ésa vista por Hollywood, en la historieta corta La historia de Mortadelo y Filemón y en el álbum de Chicha, Tato y Clodoveo Pero…¿Quiénes son estos tipos?

Desde el punto de vista gráfico llama la atención que la autocaricatura de Ibáñez en esta aventura se aleja de las tradicionales: no aparece su pronunciado mentón, la cabeza parece más pequeña e incluso su fisonomía difiere de la que muestra en sus no pocas apariciones en el universo de sus personajes. La explicación podría ser sencilla: había que simplificar gráficamente al personaje que iba a ser eje de la historia, para poderlo dibujar con mayor facilidad. El resto de la aventura responde al nivel de dibujo estándar de la época, caracterizado por una excesiva estilización y un leve hieratismo que nos lleva a dudar acerca de hasta dónde llegó la mano de los ayudantes durante estos años.

Volviendo a la autobiografía ibañezca, vemos que se introducen anécdotas reales de la vida del dibujante: su afición a pintarrajear todo papel que encontrara, su paso por el banco como botones y posteriormente como auxiliar administrativo (que “malgastaba” el rato dibujando), su periplo por distintas editoriales que pronto quebrarían, su despedida del ámbito de la banca, etc. Todo ello hasta su desembarco en Editorial Bruguera.

Allí aparece un nuevo co-protagonista: Rafael González (nunca llamado por su verdadero nombre, pero fácilmente identificable), que hace las veces de tiránico superior. También hay alguna anécdota real referida a este gran cerebro de Bruguera, como su reacción al verse retratado en El horrendo Quasimodo, tipo torcido del todo, que recuerda, sin duda, al cabreo pillado por González al verse caricaturizado en algunas planchas de El botones Sacarino.


En cierta forma, este álbum supone toda una poética del autor, pues encontramos no pocas situaciones que vienen a coincidir con la concepción del oficio que Ibáñez ha defendido. De este modo, se burla de la inspiración directa del natural a la hora de crear un personaje (página 9), así como del concepto de “originalidad”, al presentar como “personaje nuevo” al Pato Donald con la ropa de Mortadelo. Ibáñez, entre broma y broma, muestra su escepticismo ante la búsqueda de ideas que no tengan un arraigo inmediato en algún otro precedente. Del mismo modo, la toma de apuntes de la naturaleza se ve sustituida por el trabajo duro y la cantidad de bocetos que hay que hacer para que surja un personaje nuevo: Mortadelo.

La vida laboral de nuestro dibujante sigue fluyendo con cierto desorden cronológico (se cita antes la creación de 13, Rue del Percebe que la de La Familia Trapisonda, un grupito que es la monda). En realidad, la creación de esta última serie le sirve de excusa para mostrar cómo formó el propio autor su familia “de carne y hueso”, deleitándonos con la aparición de Nuria y Sonia, hijas de Ibáñez que preferían a Zipi y Zape, de Escobar, antes que a Mortadelo.

No deja de ser curioso que Ibáñez no dé más protagonismo a la Familia Trapisonda, serie de cierta fama, mientras que hace coincidir con Mortadelo y Filemón a Godofredo y Pascualino, viven del deporte fino y a los personajes de Ande y ríase usté con el Arca de Noé, con la novedad de ver a estos personajes en un álbum después de más de treinta años de haber sido creados. Sin embargo, esto no acaba de satisfacer del todo las exigencias de González, que amenaza a Ibáñez con un ascenso a base de soga (mismo chiste que en el 25 aniversario) y esto lo lleva a crear al Botones Sacarino.





No sabemos si intencionalmente o no, pero Ibáñez parece confesarse al presentar bocetos en los que muestra que Sacarino parte de un personaje ya existente al que le ha añadido el uniforme de botones. Aunque aquí no aparece la referencia real (Gastón el Gafe), vemos desfilar con el citado uniforme a Snoopy, Carpanta, Mickey Mouse, Spiderman y Olivia, novia de Popeye (otra conexión con el anterior aniversario). Un par de anécdotas relacionadas con la calvicie y con unas vecinas chismosas dan pie a justificar la creación de El doctor Esparadrapo y su ayudante Gazapo y Doña Pura y Doña Pera, vecinas de la escalera. Del mismo modo, tres páginas de gags acerca de la escasa agudeza visual del dibujante sirven de excusa para dar una propia versión del nacimiento de Rompetechos. Antes de eso, Ibáñez rescata del olvido a personajes tan poco conocidos como Balín y Balón, Don Adelfo y Remigio Capirote, geniecillo con bigote (este último, el más oscuro hoy día).

En un álbum tan “confesional” como este no podían faltar los achaques que aquejan a Ibáñez. Bien conocidos son sus problemas de columna, reflejados aquí en un consejo mal interpretado que le da su traumatólogo y que lo lleva a crear a Pepe Gotera y Otilio, tras un encuentro poco afortunado con dos “chapuzas a domicilio”. El éxito internacional de Mortadelo y Filemón también es puesto de manifiesto, dedicando un apartado especial para los fans alemanes (para los que, recordemos, este álbum conmemora el 20º aniversario de Cléver und Smart). De forma suscita, se habla del cierre de Bruguera e Ibáñez acaba en la oficina del paro (se omite toda referencia a Grijalbo), lo cual le da pie para crear a Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo.






De forma poco épica narra el autor la compra por parte de Ediciones B de todo el fondo editorial de Bruguera, así como la tentativa de continuar la serie sin él (algo que, de hecho, ocurrió). Tras el fracaso del intento de contratar a “Muríllez” diversos, Ibáñez cuenta con sorna las duras negociaciones que mantuvo con Grupo Z (tan duras que el asunto se libró por vía judicial). Solucionado el problema de derechos, el autor refleja la poco apasionante rutina de su continuismo laboral (representada en la escena de la cabra que le da la “bienvenida” a las oficinas de Ediciones B). Ya en su nueva editorial vemos caricaturas de Miguel Pellicer y de la que presuponemos es Blanca Rosa Roca, amén de un broma privada en torno a la iluminación del salón del cómic, que no llega a entenderse del todo.

Las criaturas

En cuanto al plano de la ficción pura, no deja de ser curioso que en las dos historietas de aniversario de Mortadelo y Filemón analizadas hasta ahora, los personajes pasen a un segundo plano. El caso más flagrante es el de Filemón, que no habla hasta la décima página y permanece totalmente ausente en la tercera entrega de ocho páginas de esta historieta. En ella, se da una nueva versión de cómo se conocieron los personajes (Filemón surge de una costilla de Mortadelo) que contradice a la de La historia de Mortadelo y Filemón.




Una vez asociados (por aquello de que un listillo y un tontillo siempre triunfan), se lanzan a buscar trabajos diversos. Con este objetivo visitan la 13, Rue del Percebe, donde sólo actúan Manolo (el moroso), Ceferino Raffles, el sastre, el veterinario y el inquilino de la alcantarilla. Por otra parte, el encuentro con Sacarino está casi literalmente sacado de una historieta corta del botones de los años setenta, titulada “El decimito”. Con El doctor Esparadrapo y su ayudante Gazapo observamos una compenetración especial entre sendos jefes y empleados, que se comprenden a la perfección. Al igual que pasará con Doña Pura y Doña Pera, vecinas de la escalera, y con Rompetechos, la manipulación del texto de historietas cortas originales permitirá reaprovecharlas para formar parte de la historia narrada en este álbum. La mala actuación con Doña Pera será la primera misión frustrada de nuestros agentes en este álbum.

Posteriormente, el encuentro con Rompetechos sólo arrastrará a Mortadelo hacia la desgracia, a causa de la miopía del querido personaje de Ibáñez. Por su parte, Pepe Gotera y Otilio van a hacer un chapuza a la TIA, de forma que permiten la aparición testimonial del Súper, Bacterio y Ofelia. En ningún momento se explica cómo nuestros personajes ingresaron en dicha organización, por lo que hemos de suponer que se ratifica la versión dada en La historia de Mortadelo y Filemón. Por último, la coincidencia con Chicha, Tato y Clodoveo traerá de cabeza a Joro, dueño del Snack Joro Bar, que siendo un secundario, tiene el lujo de aparecer en esta historieta tan especial. Tal vez sea con los tres parados con quienes nuestros agentes han hecho más migas, pues los cinco se compenetran a la perfección y es éste el único encuentro del que no salen mal parados.

Fusión de planos

Como ya hemos dicho, los dos planos se funden en la viñeta final, la única en todos los álbumes de la pareja que ocupa toda una página. En ella vemos la unión entre autor y personajes, así como un mejor dibujo de los mismos. Esta mayor calidad gráfica no se aprecia sólo en que están más detallados, sino en que Mortadelo y Filemón pierden el hieratismo del que hablábamos y su trazo se hace más redondeado y acabado. No hace falta recordar que esta viñeta ha dado tristemente la vuelta al mundo por el detalle de fondo que presenta a un avión estrellado lateralmente contra una de las Torres Gemelas, lo cual ha llevado a Ibáñez a recibir quejas una década después.

Conclusión

Concluimos con esto el comentario del que, sin duda, es uno de los grandes álbumes de los últimos años, más por sus particularidades que por su calidad objetiva. En él, Ibáñez, tan reacio a mostrar las intimidades de su cocina, nos desvela detalles biográficos y artísticos que nunca antes había mostrado y que se verán corroborados por sus declaraciones en múltiples entrevistas. Tampoco dejan de ser relevantes las omisiones (se olvida de Tete Cohete), que muestran las filias y fobias del autor con respecto a su propia obra. En definitiva, como dijo Hergé con respecto a Las joyas de la Castafiore, El 35 aniversario es un “paseo por la celda” de Ibáñez, una historieta en la que todo su universo se funde y confunde, un autohomenaje y todo un placer para los lectores ávidos de conocer más al autor y a sus criaturas. Además, es francamente divertida.

10 comentarios:

Peúbe dijo...

Creo que leí en La cárcel de papel que existen dos géneros de cómic: el autobiográfico (el bueno, más independiente) y el de ficción (el menos bueno, más comercial). Si eso fuese cierto, Ibáñez en este número dibuja su tebeo más independiente, más experimental e innovador.

En su momento este tebeo fue una gran sorpresa. En la revista de Superlópez alguna carta de un lector anónimo pedía que Jan hiciese también un tebeo autobiográfico.

Me sigue asombrando este tebeo. Todos los dibujantes de tebeo acaban apareciendo en sus historietas (Goscinny incluso después de muerto), pero no suele pasar de ser un cameo. Ibáñez no sólo aparece en el tebeo, sino que compite en protagonismo con Mortadelo. ¿Sobra Mortadelo en este tebeo o sobra Ibáñez?

Chespiro dijo...

Gracias por tu comentario, peúbe.
Sin duda, aunque entronque con la tradición ya citada, es uno de los álbumes más interesantes de Ibáñez y un referente indiscutible para cualquiera de sus asiduos.
Una rareza así es más propia de un 50º aniversario que del 35º, pero bueno...

Kaximpo dijo...

Una aventura muy completa; es divertida, original respecto a las otras y interesante de analizar: por qué unas cosas se cuentan, otras se omiten...

Lo que dices que dicen de "los dos géneros de cómic", Peúbe, me parece una gansada con la que no estoy en absoluto de acuerdo. :/

Kaximpo dijo...

"E" interesante. No sé editar. :P

Chespiro dijo...

No es la primera vez que un autor omite en sus "memorias" la obra que considera menos lograda.
Véase a Charles Chaplin con El Circo.

Gordito Relleno dijo...

Magnífica disección Chespiro. Es uno de mis álbumes favoritos de Ibáñez, junto al de La Historia esa vista por Hollywood. Una joya.

Chespiro dijo...

Gracias, Gordito. No tienes mal gusto.

Peúbe dijo...

>>>Lo que dices que dicen de "los dos géneros de cómic", Peúbe, me parece una gansada con la que no estoy en absoluto de acuerdo. :/>>>

A mí tampoco me convence, pero me acordé de eso al leer este post.

viagra online dijo...

Pues la verdad llevaba años de no escuchar ni saber de ellos, se me vino a la mente hace unos dias que un amigo me lo recordo, y ahora vuelvo a verlo aqui en este post.

viagra online dijo...

Vaya mortadelo y filemon es uno de los comics más increíbles que he visto en mi vida sin duda alguna.