sábado, 28 de julio de 2007

LOS MERCENARIOS



El presente álbum de Mortadelo y Filemón se publicó en los números comprendidos entre el 244 (28-7-75) y el 254 (6-10-75) de la revista Mortadelo, según la información aportada en El mundo de Mortadelo y Filemón, de Miguel Fernández Soto. Nos encontramos justo en medio de la década dorada de los personajes: los años setenta. Las historietas de este periodo son fácilmente reconocibles por la estructuración de las planchas en cinco tiras cada una y éste álbum no es una excepción. Mortadelo se encuentra ya en sus topes más altos de popularidad, por lo que el personaje es sometido a un ritmo de producción industrializada que impide que sea el propio Ibáñez quien entinte sus historietas.

Precisamente el entintado constituye uno de los puntos débiles de este álbum. Lejos queda ya la nitidez de la impecable labor de Martínez Osete. Si bien es cierto que las proporciones aparecen ahora más cuidadas, la premura de la labor de los ayudantes desluce la brillantez del dibujo de Ibáñez. No obstante, tenemos que hablar de cierta irregularidad en las tintas (lo cual nos permite deducir la presencia de varias manos en las mismas). Así, por ejemplo, encontramos páginas (como la 41 y 42) mejor acabadas, que, si se hubiera prodigado más, habrían elevado el nivel gráfico de la obra.

En cuanto al argumento, cabe resaltar que nos encontramos ante un álbum inusual y parcialmente original. En esta ocasión, la T.I.A encarga a los agentes que se presenten en la República de Percebelandia para ponerse a disposición de su presidente, Chirmoyo II, el cual encarga a los protagonistas que eliminen a unos mercenarios a sueldo que Cefalapodia, el país vecino (gobernado por Higochúmbez III), ha contratado para invadirles. Si lo consiguen, los protagonistas recibirán cien mil percebos, que, al cambio, serían un millón setecientas veintiocho mil ciento cuarenta y nueve con quince (toda una fortuna para la época). Encontramos aquí un detalle que merece la pena destacar. Aunque enviados por la T.I.A., desde el momento en que Mortadelo y Filemón aceptan una recompensa directamente de manos del presidente de Percebelandia, se convierten ellos mismos en mercenarios. El final del álbum demostrará la escasa lealtad que los agentes muestran por la organización a la que pertenecen.

Como todos los de la época, el álbum se estructura en once episodios de cuatro páginas cada uno. Se puede hablar de una cierta vacilación inicial en algunos aspectos por parte del autor. Así, mientras que en los primeros episodios desarrollados en Percebelandia el gag inicial (o “entradilla”) está relacionado con el sueño de los agentes y la brusquedad con la que Cachomúlez (jefe de la policía del país) los despierta (asumiendo parcialmente el rol del Súper), pronto la entradilla recurrente estará relacionada con las incomodidades que encuentran los protagonistas para dormir (Mortadelo ya conoce algo de este tipo de incomodidades desde el álbum En la Olimpiada [1972]), para pasar después a estar relacionada con los peligros que ciertos escondites implican para los agentes ( al igual que los implicaban para el profesor Von Nassen de El elixir de la vida [1973]).

En realidad, el hecho de que nuestros personajes estén “abandonados” en el campo para cumplir su misión (sin los secundarios ya recurrentes) nos recuerda, al igual que ocurría en el álbum El antídoto (1973), a aquellos tiempos de la “Agencia de información” en los que los dos protagonistas, con algún extra ocasional, se bastaban y sobraban para desarrollar los gags. La ubicación de la pareja en la naturaleza conlleva una cierta desnudez en los fondos, alejados ya del ambiente urbano al que Ibáñez nos tiene tan acostumbrados. Si tradicionalmente se ha admirado (con justa razón) la habilidad de Vázquez para desarrollar numerosas historietas en lugares tan desolados como el desierto, Ibáñez se encuentra aquí con un reto humorístico nada desdeñable, del que consigue salir airoso.

En este ambiente, Mortadelo y Filemón vienen a simbolizar la lucha desnuda del hombre con los elementos naturales. Así pues, nuestros patéticos urbanitas tendrán como principales enemigos a los animales campestres de toda índole (lechuzas, cabras, vacas, víboras y pirañas causarán daños por igual) e incluso a los mismos accidentes geográficos (ríos, pendientes y enormes rocas). El elemento humano también aparece despersonalizado, pues el único contacto posible se establece con los mercenarios, con los que mantienen una actitud de enfrentamiento. Incluso el ser humano aparece, pues, como enemigo.



A pesar de la ya tan citada desnudez del argumento, se saca un enorme partido a la historia, que muestra una gran variedad de situaciones a pesar de la aparente escasez de posibilidades iniciales. En cuanto a la estructura, vemos que el primer capítulo responde al planteamiento, a la presentación de la historia y de los personajes. En el segundo, los agentes tratarán en vano de cruzar la frontera, algo que conseguirán en el tercer episodio, tras sortear a un peculiar centinela. Ya en este capítulo se produce la primera toma de contacto (nefasta, por descontado) con los mercenarios. En el cuarto capítulo, los agentes de la T.I.A. intentan formar parte de las filas de los mercenarios para atacarles desde dentro, pero la estupidez de Mortadelo pondrá en evidencia su condición de agentes infiltrados, eliminando así cualquier posterior intento de acercamiento con estos soldados.

Partiendo de esta situación, en el quinto episodio Mortadelo y Filemón intentarán librarse del jefe del campamento. Tras sus intentos fallidos, querrán eliminar en el episodio sexto a los distintos mercenarios que han salido en su busca. En el capítulo séptimo, decidirán introducirse en el fuerte de sus enemigos vía subterránea, lo cual es un mero pretexto para que los agentes caven una serie de hoyos que únicamente servirán para perjudicarse mutuamente (recurso parecido fue utilizado ya en ¡A las armas! [1974]). Más radicales se muestran en el octavo episodio, en el que intentarán arrasar el campamento mercenario con una gran roca, aunque sus esfuerzos serán tan vanos como los que harán en el siguiente capítulo para intentar detener un tanque enemigo. En el capítulo décimo se repite el recurso consistente en intentar atrapar a distintos mercenarios, pero la nota diferenciadora se encuentra en que ahora los gags se articulan basándose en los numerosos disfraces que los agentes utilizan para conseguir sus objetivos.




El último capítulo corresponde al desenlace de la historia. Tras una antológica entrada-relámpago de Mortadelo en el campamento de los mercenarios, descubre que éstos ya han partido hacia Percebelandia. Con pasmosa simplicidad, la historia se resuelve cuando el camaleónico agente decide cambiar el sentido de las señales que han de dirigir a sus enemigos hacia su destino, por lo que éstos acaban bombardeando al presidente de Cefalapodia, el país que los contrató. Sospechando una traición, Higochúmbez III, manda destruir a los mercenarios, con lo que se inicia una batalla “a cañonazo limpio” con la que concluye la misión de los agentes. El simbólico cambio del sentido de las señales que hace Mortadelo refleja irónicamente el oficio del mercenario, que, ajeno a cualquier ideología, se vende al mejor postor. Los esquemas generales ya señalados se resuelven con gags sumamente divertidos e ingeniosos que mantienen el buen nivel del álbum. Llama la atención el gag “del chichón peligroso” (pág. 30), de un tipo de surrealismo relativamente inusual en nuestro autor. También los diálogos resultan hilarantes la mayor parte del tiempo y la acumulación de desgracias en contra de los agentes se resuelve con una innegable maestría, reveladora de un Ibáñez en plena forma. Menos acertada parece la inclusión de alguna cartela totalmente prescindible (como la que encontramos en la página 26, refiriéndose a las avispas caníbales), si bien se puede decir en defensa del autor que este recurso es escasamente utilizado en su obra, de ahí que lo reseñemos como una irregularidad muy puntual.

Desde el punto de vista ideológico, en este semillero de antihéroes que es la pluma de nuestro autor no nos puede extrañar que sus propios protagonistas (convertidos paradójicamente en mercenarios al aceptar el dinero de Percebelandia) actúen de la misma manera que los enemigos a los que combaten. La recompensa por parte del presidente Chirimoyo II consiste en cien mil percebos y las llaves de la ciudad (las cuales acaban colgadas de la nariz del dirigente, quedando manifiesta así la actitud materialista de nuestros protagonistas). Al creerse ricos, tiran al Súper por la ventana (en su única aparición en este álbum) y deciden establecerse por su cuenta (¿Por qué dejarían entonces su Agencia de información?). No obstante, el destino, siempre enemigo de estos superagentes, se muestra adverso en forma de devaluación, reduciendo el valor de su recompensa a diecisiete con cincuenta. Indignados, Mortadelo y Filemón concluyen el álbum reclutando en plena calle mercenarios para invadir “la Percebelandia esa”.

La frágil moral de los personajes se ejemplifica en este gesto de venganza y deslealtad. La idea que Ibáñez tiene de todo mercenario queda irónicamente reflejada en la ilustración que acompaña al título del álbum (página 1), en la que un Mortadelo ataviado como “soldado de fortuna” muestra carteles que lo equiparan a un taxi que se puede usar siempre y cuando se lleven monedas para hacerlo arrancar. El hecho de que en la última viñeta de la obra aparezca Mortadelo con el mismo disfraz otorga un carácter cíclico a la misma y reafirma lo dicho anteriormente. Como dato jocoso, aparece también en esta última viñeta un gangster recién fugado que se alista al ejército mercenario con el único objetivo de escapar de la justicia (nuevamente se pone de manifiesto la calaña de este tipo de “profesionales”).

Sin embargo, la crítica que hace Ibáñez no es fruto de una indignación desgarrada ni va acompañada de un lamento evidente. Es, como se ha mencionado, jocosa, divertida, desenfadada. Sabiamente, el autor no juzga aquí a sus personajes, sino que más bien nos los muestra desde su perspectiva de lúcido Demiurgo que censura y perdona las flaquezas de condición humana. No hay que olvidar que el mismo Ibáñez y todos sus compañeros de Editorial Bruguera fueron, en cierta forma, unos mercenarios del cómic. Un grupo de currantes que trabajaba por dinero y que se sometía a las directrices de una omnipotente dirección. Eso sí, para regocijo de todos nosotros, cambiaron las armas por los lápices y la matanza por un humor sano, perspicaz y comprensivo, heredado de las vivencias de una época de la historia española en la que quien más y quien menos venía siendo un mercenario a manos de la supervivencia. Y si no, démosle un repaso a El verdugo, de Berlanga. A todo se acostumbra uno…

miércoles, 18 de julio de 2007

MORTADELO Y FILEMÓN: GUARDAESPALDAS, por MAGÍN

Presentamos esta vez otro magnífico artículo de un veterano del Foro de la TIA, Magín, en el que aborda la faceta más protectora de nuestros agentes con su personal estilo. Aunque estaré fuera unos días, les dejo en la excelente compañía de Magín, cuya presencia en este blog no ha hecho más que empezar. Nos vemos la semana que viene, después de un merecido (?) descanso. Disfruten de la entrada:


Mortadelo y Filemón, dentro de su actividad como detectives y como agentes secretos, frecuentemente han trabajado como guardaespaldas, es decir, han protegido a personalidades de lo más variopinto. El de “guardaespaldas” es un subgénero dentro de las aventuras de Mortadelo y Filemón. No voy a ser exhaustivo: tendría que ser Migsoto para tamaña tarea.

Aunque no me lo permita, estimado lector, voy a enumerar en desorden las historietas que se me ocurran:

El fugitivo. Se trata de una historieta con la que me reía mucho cada vez que la leía en una época en la que leía mucho... hum... fue publicada en el colección Olé número 198: “Mortadelo y Filemón y Plurilópez, Atacando al Objetivo” (Editorial Bruguera). En ese mismo colección Olé tenemos la historieta Hay que proteger al nene pero creo que entra más bien en el subgénero de historietas de “peligro con el niño”. El fugitivo es una historieta de 6 páginas que, como la anterior, no están firmadas (ni dibujadas) por F*Ibáñez, sino por Casanyes, vamos, yo creo que es Casanyes, porque El Super estampa a Mortadelo de una patada en la pared y sonríe malévolamente. Además, tiene la característica de la primera viñeta con chiste suelto de presentación (algo típico de Casanyes). Esta historieta contiene los elementos típicos de toda buena historieta de guardaespaldas: Mortadelo y Filemón, un individuo indefenso y bombas que le van cayendo al individuo en cuestión, pese o precisamente por la protección a la que está sometido. La historieta es muy curiosa: un “trabajador forzado” huye de una plantación. Se trata de un negro al cual habrá de proteger para que llegue al mundo de los libres. Acabará gritando cosas tan entrañables como. “¡Quiero volver a la paz y al sosiego de la central atómica, aunque tenga que trabajar gratis...!” Es realmente curioso que este esquema, de una historieta que no es de Ibáñez se repita en historietas posteriores del autor.



La Panda: El doble. Se trata de una historieta realizada por Segura (creador de La Panda; un autor a reivindicar; sí, ya sé que reivindicar es inútil. Bueno, buscaremos firmas, que es más útil, ¿no?). Está enmarcada en el 25 Aniversario de Mortadelo y Filemón. Colección Olé 271: “Entre amigos” (Editorial Bruguera. 1983). Los agentes de la TIA tienen que proteger al príncipe Rusferto de Zopequia, que es clavadito a Mus, hijo de un ricacho, y miembro de La Panda. Cuando el padre intente castigar a Mus, Mortadelo le endiñará con una piedra del tamaño de una sandía. Se trata de un ejemplo práctico de los sistemas de protección que la TIA pone a disposición de la sociedad.





En el mismo colección Olé, y luego en otros sitios, se puede leer: “Zipi y Zape: Secuestros”. Don Pantuflo, padre de Zipi y Zape, es aconsejado por Mortadelo para que los contrate porque “somos unos guardaespaldas de primera. Además de las espaldas también guardamos las tibias, fémures y peronés.”. Mientras El Manitas sigue a Zipi y Zape, aquél es seguido por Mortadelo y Filemón, quienes se muestran realmente eficientes... hasta que son éstos son secuestrados por el que seguía a aquéllos (creo que no queda muy claro) : “Arruinaré a la Editorial Bruguera”, piensa “El Manitas”, “más vale Mortadelo y Filemón en mano que hermanos Zipi y Zape volando”. Creo que ahora está más claro.


MF Barcelona’92. Una aventura larga donde podemos por fin a un montón de caricaturas de personajes políticos. Entre ellos, es de destacar la protección que realizan del entonces jefe de la oposición y luego presidente del Gobierno español, José María Aznar. Se ve que no le hizo gracia que los mejores agentes del país le protegieran y, desde entonces, es de los pocos que no agradece a Ibáñez el hecho de que lo coloque ocasionalmente en sus historietas. Acaba absolutamente vendado y en silla de ruedas.

MF Maastricht¡...Jesús! Historieta de 1992. Todo aquel ciudadano de la Unión Europea que quiera saber algo sobre el proceso de integración europea ha de leerse este álbum. Le aseguro que no aprenderé menos que leyendo Aguas Turbias (un tebeo de la Comisión Europea donde nos hacen creer que los eurodiputados hacen algo, y que eso que hacen es a favor del Medio Ambiente). Ahí vemos que protegen a varios políticos y algún ladrón. Uno apenas sale con la mandíbula vendada por haberse dado un pequeño golpe con una puerta de garaje y otro acaba envuelto en vendas.

MF Los guardaespaldas. Supongo que ésta es la aventura que crea el subgénero de “guardaespaldas” dentro de Mortadelo y Filemón. Se trata de una historieta de mediados de los 70, con 5 franjas de viñetas. Los agentes han de proteger a la anciana señora Urracson en su viaje alrededor del mundo. No es una historieta que yo recuerde especialmente. No es muy divertida. Más que de guardaespaldas parece una aventura de viajes. Las hay mejores.

MF El Tirano y MF Objetivo Eliminar al Rana son dos aventuras paralelas. La segunda es una revisión de la primera pero basada en un dictador absolutamente sacado de la imaginación ibañezca y que no tiene nada que ver con el asesino y ladrón Augusto Pinochet. Que no, hombre, que no. Ambas tratan una forma muy curiosa de protección: han de proteger a aquél a quién odian o han de cargarse a aquél personaje al que simulan proteger. La cosa es complicada pero el resultado es francamente entretenido. En El Rana (nunca me ha sido fácil localizar esta historieta y mira que me lo pasé bien la primera vez que la leí), MF están más a favor de éste casi que de su misión... dado que El Rana quiere eliminar al Super (hablo de memoria porque...léase el paréntesis anterior) y MF no lo ven tan mal. En el caso de Antofogasto Panocho, los dos agentes quieren realmente eliminar a ese infecto personaje. Pero, como sabemos eso es difícil. De todos modos, la historieta acaba bien y se cargan a quien tenían que proteger, razón por la cual son recompensado. Que sí.

MF El Racista. Se trata de una aventura a caballo entre 1992 [página 24] y 1993 [página 44]. Es una historieta mú’rara. ¿Se trata de una historieta de Ibáñez o no? Porque a veces el dibujo parece que sí pero a veces el dedito dice no. El mono del principio no tiene un estilo ibañezco. Más bien parece francobelga, por no decir “Franquinbelga”: se parece al gorila de Spirou y Fantasio: La Mina y el Gorila (o comoquiera que PlanetadeAgostini haya traducido ese título). ¡Por cierto me estoy dando cuenta de que tengo una plaga de páginas amarillentas en mis tebeos! ¡Jamás me había sucedido! ¡Ayuda! En El Racista, el nuevo Vicepresidente General (un nuevo cargo intermedio entre Mortadelo y el superior de la gran organización secreta), tiene una política absolutamente racista, no xenófoba sino racista. MF serán los encargados de ayudar a los agentes de otras razas en sus misiones y de protegerlos ante el mobbing del Vice. Por cierto, que este Vice no se parece tanto a Hitler como a otro señor bajito, traje negro y bigote impertérrito. ¿Será ésta la causa de que Aznar nunca haya contestado a Ibáñez, según comenta la leyenda urbana? Entre la necesaria ayuda que le presta Mortadelo a Abdulla, por ejemplo, está el espaldarazo que le ayuda a bajar las escaleras de la página 11. Es un buen ejemplo de que las buenas intenciones no acompañan los resultados de las misiones. Y no será porque, a la antigua usanza de las historietas cortas de dos páginas (las que algunos llaman de oreja caracol), Mortadelo y Filemón lo intentan una y otra vez. El agente Levy Pashar no tiene más suerte, aunque tiene fuerzas para disparar con un cañón montado en su silla de ruedas más bien que la mar (página 23). Se trata de una historia de guardaespaldas que cada vez me parece más interesante y divertida. Seguro que nadie se atrevería a dibujar ni publicarla hoy día, en el 2005. Sólo se haría por un oscuro fan editor y vendida como lo más rompedor y políticamente incorrecto. Y no lo es. Es simplemente un cúmulo de chistes y tópicos racistas montado sobre el subgénero de los guardaespaldas.

MF El Pinchazo Telefónico. Aunque no sea propiamente de guardaespaldas, sino de sabotajes, el hecho de que aparezcan personajes políticos de fama mundial y que parte de su protección corra a cargo de la TIA, es necesario citar esta historieta. Bueno, vale, también ha pesado el hecho de que esté en el mismo Superhumor (el 17) que la historieta anterior. Aquí vemos que MF no discriminan, no ya por razón de raza sino por estado de Estado, vamos que les da igual tirar por las escaleras (página 15) al Presidente de la República Francesa que al eterno heredero del Imperio Británico (uno de los pocos secundarios de la serie, por cierto).

MF ¡Bye-Bye, Hong-Kong! Es una aventura que no le gusta a bastante gente. No sé por qué. Allí, MF se comportan como perfectos guardaespaldas, pese a que su misión no era ésa sino la de evitar un sabotaje en las negociaciones de descolonización por parte del Reino Unido y de imperialismo por parte de la República Popular de China. En la página 44 y 45 vemos cómo la eficaz actuación de los dos agentes, perfectamente coordinados, churrusca a los mandatarios de todo el mundo y permite que se líe la Tercera Guerra Mundial. Todo un acierto de los chicos de la TIA.

Podríamos seguir pero, total, ¿para qué?

Artículo escrito por Magín

jueves, 12 de julio de 2007

LAS SIETE (Y ALGUNAS MÁS) MARAVILLAS DE IBÁÑEZ

Como ustedes habrán oído comentar, recientemente se han elegido en Lisboa las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, tras una votación popular. Dejando al margen si las seleccionadas merecen realmente ostentar tal título, hemos querido hacer aquí un breve recorrido por algunas de las candidatas a través de las andanzas de Mortadelo y Filemón que, sin ser Tintín, y sin la mitificación de los itinerarios del héroe belga, han pateado el mundo entero en aventuras inolvidables. Repasemos, de su mano, algunas de sus visitas a estos lugares únicos.

LAS CANDIDATAS

La primera referencia obligada fue una de las candidatas más polémicas: La Estatua de la Libertad. No, no nos referimos a la Libertad Boñíguez, alcaldesa de Valdeburras del Melonar (cuya estatua también has sido visitada por nuestros agentes), sino a esa otra que hay en Nueva York ,a la que cualquier personaje del Universo Ibáñez puede ir a parar siempre que el autor desee hiperbolizar la distancia recorrida tras un golpe sobrehumano La familiaridad de Mortadelo y Filemón con este monumento es tal que incluso han llegado a jugar al fútbol sobre su corona, como ustedes recordarán (MUNDIAL 94-1993). Es tal la devoción de Ibáñez por la Estatua de la Libertad que llegó a dedicarle un álbum homónimo en 1983, como conmemoración de su centenario. Su origen queda explicado en un prólogo memorable de la que sería una de las aventuras más divertidas de los 80.

Igualmente recurrente ha sido en la obra de Ibáñez la Torre Eiffel, tanto que resulta difícil reseñar todas sus referencias a la misma. Destacamos, por derecho propio, su carácter de culminación del surrealista paseo por París en Mundial 98 (1997) y el “incidente” que los agentes de la TIA tuvieron con ella al llegar a la capital gala en El ordenador…¡Qué horror! (2001). Por su espectacularidad, aunque con menor trascendencia, se recomienda visitar la primera viñeta de la página 20 de El carné al punto (2005).


Fugaz, pero decisiva fue la aparición del la Ópera de Sydney, pues ayudó a que Filemón se ubicara en dicha ciudad en su aventura olímpica de turno (Sydney 2000- 1999).

Las estatuas de la Isla de Pascua han sido otro lugar recurrente para las fugas y camuflajes de nuestros personajes, así como un destino frecuente tras las muchas explosiones de las que son víctimas. En el ejemplo se puede ver a Filemón tratando de encontrar a su ayudante tras un nuevo intento fallido de captura del malhechor que da título al breve serial Contra Julius “El Cernícalo”.

Volvemos al tema olímpico recordando la ajetreada incursión en Atenas 2004 (firmada el mismo año). Tan ajetreada fue que nuestros agentes apenas tuvieron tiempo de ver otra de las candidatas: la Acrópolis, que, según nos consta, únicamente pudieron apreciar en diapositivas.

También pasaron de largo ante el mismísimo Kremlin en Moscú 80 (1980), pues en ese momento nuestros héroes estaban más preocupados por huir de la KGB, después de un aterrizaje forzoso. Aunque no pudimos verlo, sabemos por la radio que Mortadelo y Filemón volvieron al Kremlin para estrellarse contra él a bordo de uno de los autos que ideó el profesor Bacterio en El cochecito leré (1985), como podrán ver todos aquellos aficionados que consulten la cuarta viñeta de la página 19 de dicho álbum.
LAS ELEGIDAS

Mayor suerte que las ya citadas tuvieron otros lugares que sí han pasado a formar parte de las Nuevas Siete Maravillas del mundo, algunas de las cuales también han sido visitadas por Mortadelo y Filemón. Hay que empezar hablando, sin duda, de La Gran Muralla China, uno de los más recurrentes lugares para Ibáñez. Así, lo hemos visto desfilar en aventuras como Animalada, El jurado popular, Atlanta 96, Mascotas, etc. También en historietas cortas como La chiclemicina. Tal querencia no es caprichosa, pues ya vimos en El árbol genealógico (historieta corta de 1982) que fue un antepasado de Mortadelo quien se encargó de la construcción de la misma a lo largo de 17 kilómetros. Dicho esto, no es de extrañar que fuera un lugar de parada obligatoria en 20000 leguas de viaje sibilino (1994), antes de llegar a Lugo.







Más reseñable es la visita que le hicieron nuestros amigos allá en el año 71, cuando tuvieron que buscar una llave en el kilómetro 4700. ¿Recuerdan? Esto fue en La caja de los diez cerrojos, donde aprendimos que no había que preguntar por la ubicación de la Muralla al encargado de sacarle brillo todos los sábados.


Aunque no tenemos, de momento, ninguna viñeta de nuestros agentes en el Machu Picchu, al que también han ido a parar en más de una ocasión de una patada o explosión, sabemos de su estancia en el mismo por las palabras de Mortadelo a su jefe en Parque de atracciones (2003).

Tampoco conservamos constancia de su paso por el Taj Mahal. Sí, sí, aquel hostalucho que Mortadelo comparó con la Pensión “El Calvario” ante su jefe en Su vida privada (1998: viñeta ocho de la página 17). Sin embargo, según se nos muestra en El 35 Aniversario, fue uno de los edificios que Ediciones B fue adquiriendo ante el auge de ventas de las aventuras de nuestros personajes. Las menciones a este lugar se han prodigado bastante en otras obras de Ibáñez: El racista, Parque de atracciones, Okupas

Más curiosa fue la incursión de los agentes de la TIA en la pirámide de Chinchen Itza (México), a la que fueron enviados por cortesía de Casanyes en una historieta corta de principios de los 80, con un planteamiento curioso, aunque no resuelto del todo con eficacia. En ella se ve el gusto de este autor por lo colosal, algo que se reafirmará con nuevos ejemplos.



LAS DE SIEMPRE

Por último, queremos recordar que también algunas de las Maravillas del Mundo Antiguo han recibido la visita de nuestros héroes. Tal es el caso de la única que queda en pie, las pirámides de Egipto, que nuestros personajes han frecuentado en aventuras como A las armas, Los superpoderes, Deportes de espanto, El carné al punto y un largo etcétera.

A modo de colofón, recordaremos que también Mortadelo y Filemón rescataron, de la mano (nuevamente) de Casanyes una de las Maravillas perdidas: El coloso de Rodas, en la aventura corta de principios de los 80 ¡A por el coloso!

Se puede observar, por tanto, que sin tantos aspavientos como hacen los aficionados de otros cómics, también los amantes de Mortadelo y Filemón hemos podido viajar de la pluma de Ibáñez y sus colaboradores a los más recónditos lugares del mundo. Nosotros, de momento, proponemos una nueva candidata a formar parte del distinguido conjunto. Se trata de una insolente estatua que se mofa de una de las más reconocibles por todos los lectores. Seguro que la viñeta les suena, pues ha sido amplia y tristemente glosada. Quede nuestra candidatura como homenaje al gran Ibáñez:


sábado, 7 de julio de 2007

MORTADELO Y FILEMÓN, DE CASANYES. POR KAXIMPO

Como ya se dijo anteriormente, intentaremos que este blog acoja los artículos que originalmente se escribieron para el Fanzine de Mortadelo con el que tanta ilusión colaboraron numerosos expertos. El primero fue Gariel, y ahora toca el turno a Kaximpo, miembro de honor del Foro de la TIA, que dedica unas líneas al más reconocible y prolífico "anónimo" del universo Ibáñez: Casanyes. Les dejo, pues, con el amigo Kaximpo:




Una de las filosofías de Bruguera consistía en que, si algo tenía éxito, había que exprimirlo al máximo. De ese modo, las cabeceras de revistas en las que Mortadelo y Filemón y otros personajes de Ibáñez eran las estrellas se multiplicaron. Nadie puede pensar que las "25 horas diarias" que Ibáñez dedicaba a dibujar fueran suficientes para tanta demanda de producción y por fuerza debían existir "ayudantes". Por lo general, el trabajo de los "negros" de Mortadelo y Filemón suele ser desganado y mecánico pero existen algunas excepciones. De los autores que ayudaron a satisfacer tanta demanda destaca, en mi opinión, Ramón María Casanyes que, conservando el estilo original de la pareja de detectives, aportó algunos rasgos propios y originales.




Ramón María Casañas (Casanyes) nació en Barcelona en 1954. Muchas de las historietas aparecidas en Mortadelo Especial a finales de los 70 y principios de los 80 corresponden a este autor. Es característica su forma de comenzar las historietas de 6 u 8 páginas con un chiste-viñeta o mostrar el título en un gran bocadillo. El reconocimiento en los créditos es inexistente o mínimo en el mejor de los casos: una línea al comienzo con la leyenda "guión: R.M.Casanyes" dejando la autoría del dibujo en el anonimato. "El antepasado", "Té y simpatía", "La Guerra Psicológica", "El Can-Bal", "A la caza del sorbe-bidones", "El botijo de la T.I.A.", "La torta psicodélica"... son muestras de un trabajo profesional que trasciende la mera copia, se perfecciona a lo largo del tiempo e intenta incluir algún elemento original en el dibujo de las expresiones de los protagonistas. Precisamente debida a esta autosuperación y mejora contínua, es difícil otorgar la autoría a Casanyes sin conocer también la época en que fue dibujada la historieta. No dudo en admitir que, probablemente, le haya atribuido por error alguna aventura que no es suya al comienzo de este párrafo aunque también hay que decir que en ocasiones menos inspiradas, el calco de las viñetas o la copia de gags es evidente.




Los trabajos de Casanyes en dicha revista quincenal también fueron aglutinados en la colección Ole! llegando a existir volúmenes con portada de Ibáñez en los que ninguna historieta recopilada en el interior estaba firmada por el creador de los personajes (por ejemplo, el nº228 "Dos mamelucos muy cucos" de 1981). Casanyes ha realizado otros trabajos: Tito, el Homo Sapiens 2000 en JAuJA (1983), Paco Tecla y Lafayette en Garibolo y Guai! (1986), Sigfrido en Rumbo Sur (1990), 4 álbumes de Quicky para la promoción de Nesquik (1994) ambas últimas obras mencionadas con un estilo muy cercano al dibujo animado. Su "venganza" particular llegó con "Morta-lelo", una historieta de 4 páginas publicada en el nº6 de la revista Titanic (del equipo de El Jueves) en 1983. En ella se hace una parodia erótico-sexual y escatológica de los personajes que en tantas ocasiones dibujó y que en Internet ha corrido como la pólvora llegando incluso a webs alemanas donde la bautizan como "Der Skandal!".




Artículo escrito por Kaximpo