domingo, 29 de noviembre de 2009

FRANCISCO IBÁÑEZ. PREMIOS INFANCIA


Hoy les acercaremos una nota de actualidad. Nuestro admirado Francisco Ibáñez ha sido galardonado con uno de los Premios Infancia de la Comunidad de Madrid el pasado 20 de noviembre de 2009.


Se trata de uno más de los premios que va acumulando nuestro insigne historietista. El galardón no se ha otorgado a su calidad artística propiamente dicha, sino a su labor "creativa y didáctica".

Sin duda, este enunciado tiene mucho de donde cortar. La labor creativa llevada a cabo por Francisco Ibáñez durante más de medio siglo no tiene parangón en la historia de la cultura española (sí, contando sus periodos "negros" y todo). Sin embargo, de su didactismo hay mucho que hablar.


¿De verdad creen los que han otorgado este premio que Ibáñez quiere o ha querido, en algún momento, enseñar? Pues de eso se trata el didactismo (o didacticismo, si lo prefieren). Esta voluntad educadora resulta obvia en otros autores como Jan, que a través de su serie Superlópez y otras como Pulgarcito ha pretendido inculcar en la juventud una serie de valores como la honestidad, la amistad, los hábitos de vida saludable, el gusto por la lectura, etc. Pero nada de eso parece entrar en el saco de las intenciones de Francisco Ibáñez.


Del mismo modo, algunos podrían pensar que Ibáñez tampoco encaja en el perfil de los premiados, que, según los que otorgan el galardón , son " entidades o personalidades que han destacado por su trabajo en la protección, defensa y promoción de los valores y derechos de la infancia y la adolescencia."


Pocas veces hemos visto a Ibáñez agarrar el estandarte de la defensa de los derechos del niño, y mucho menos actuar como adalid de una serie de valores morales. Sin embargo, y a un nivel más profundo, no cabe duda de que nuestro autor tiene más que merecido este premio. Merecido porque, aunque educar nunca fue su prioridad, como él mismo ha reconocido, gracias a Mortadelo y Filemón y el resto de sus personajes, los lectores de Ibáñez somos más cultos.


Más cultos, sí. Primero porque con sus inefables peripecias le perdimos el miedo a esos "bichitos negros" (Ibáñez dixit) que son las letras, que nos permitieron pasar de Mortadelo a Agatha Christie, de ella a Bécquer y de este a Tolstoi, concibiendo siempre la lectura como un placer, como una actividad divertida que compensaba con creces el mínimo esfuerzo de prestar atención a la escritura. Por otra parte, gracias a Ibáñez muchos descubrimos lo que era un "potingue", un "ungüento", un "paquidermo", etc. Eso solo si hablamos del léxico. Además , resulta innegable que con las historietas de nuestro amado dibujante se nos abrió una primera puerta al mundo: visitamos países exóticos, conocimos lo que era un radiador en ciudades calurosas del sur y nos empapamos de sus múltiples referencias a la sociedad y a la cultura, tanto en su vertiente de anécdota más inmediata como en la referida a los mitos universales que sustentan nuestra civilización. Y es que, señores, todo está en Mortadelo.


En cuanto a la actitud "activista" de nuestro autor, si bien es cierto que no ha estado tan comprometido como otros dibujantes, véase el magnífico autor argentino Quino, Ibáñez, sin saberlo, ha defendido el principal derecho de niños y jóvenes de todo el mundo: el derecho a ser felices. Y esto no es demagogia barata. Somos muchos los que podemos afirmar que gracias a Ibáñez y a su trabajo nuestra vida ha sido y es más llevadera, más placentera, más dichosa.


Solo desde una óptica miope se puede poner en duda la enorme labor didáctica y humanitaria que, a lo mejor no siempre a sabiendas, ha realizado nuestro entrañable amigo Francisco Ibáñez.

Bien por la Comunidad de Madrid a la hora de reconocerlo (no es el único reconocimiento en poco tiempo) y a ver si toman nota otras Delegaciones, pues una sociedad bien nacida ha de permanecer agradecida ante la incalculable labor de ese genio que,a pesar de todo, se califica de "humilde pintamonas".


Esperamos sus comentarios y disculpen el apasionamiento.

domingo, 22 de noviembre de 2009

UN PASEO POR EL MUSEO IBÁÑEZ

Que los cómics de Francisco Ibáñez reflejan la sociedad en que vivimos en todas sus manifestaciones culturales no es ninguna novedad. Una de esas manifestaciones es, sin duda, el mundo del arte. Hoy queremos hacer un recorrido con ustedes por algunas de las grandes obras pictóricas de la historia que han sido retratadas por nuestro autor favorito a lo largo de estos años. Bienvenidos a este paseo por el Museo Ibáñez.

Comenzamos con un clásico entre los clásicos, una obra que no podía faltar en nuestra colección. Se trata de La Mona Lisa (1503-1505) de Leonardo Da Vinci (1452- 1519). La pueden observar en el reciente álbum ¡En la luna! (2008).




A modo de complemento, recordaremos que también José Escobar retrató esta famosa obra en el álbum de Zipi y Zape El tonel del tiempo (1971). Lo mismo podemos decir de la peculiar versión de La Gioconda que Albert Uderzo incluyó en El libro de oro de Astérix (2009).

Una sección propia merecen tener los cuadros relativos al descubrimiento de América, que aparecen en el álbum El quinto centenario (1992), en el que Ibáñez reproduce algunas de las iconografías más caracteríticas del acontecimiento que habría de cambiar la historia.



Las viñetas, referidas al desembarco y a la presentación de los aborígenes a los Reyes católicos, pueden partir de obras y grabados como los siguientes:





Iconografía que también inspiró al gran Jan para el álbum de Superlópez Los ladrones de Ozono (1992):








Y pasamos a continuación a la sala dedicada al Greco, o Doménikos Thetokópoulos (1541-1614), que cuenta con dos versiones del famoso "Caballero con la mano en el pecho" (1580), una homónina, que aparece en la historieta corta de 1990 El sumo y otra titulada "El caballero de la mano en el techo", que encontramos en Esos kilitos malditos (1997).


















Y pasando de los caballeros a las señoras, destacan las del renacentista Rubens, concretamente Las tres Gracias, transformadas ahora en Las tres Garcías, que observamos también en Esos kilitos malditos:












Siguiendo con los autores del extranjero ese, le toca el turno a Rembrandt (1606- 1669), cuya Lección de Anatomía fue versionada, a través de Ibáñez, por el maestro Escobar (huy, qué lío) en Historia corta y discreta del genio de la historieta, anécdota de dos páginas hecha a mayor gloria del padre de Carpanta:






Esta misma obra inspiró a otro grande del cómic europeo, como es Albert Uderzo, quien la parodió en el álbum de Astérix El adivino (1972).








También Velázquez ha sido versionado, aunque esta vez se trata de una fotografía recortada que nos da una idea del talento pictórico del Superintendente Vicente en La elasticina (1980):





Y volviendo a las glorias patrias, ¿quién no recuerda La maja vestida...con traje de astronauta, de Timazo al canto (1994), de Goya (1746-1828)?:





Por no hablar de Los fusilamientos del 3 de mayo (1814), que cobran importancia en la portada de ¡El dos de mayo! (2008), así como en esta viñeta interior:




Además de estas muestras, también hay otras alusiones más o menos claras al estilo particular de algunos pintores como Miró. Comprueben las semejanzas entre la viñeta de Ibáñez en Esos kilitos malditos y un Miró original:


Todo esto sin contar con la multitud de Picassos convertidos en Picotazzos y similares que han pasado por las páginas de Ibáñez, así como la espléndida colección de invención cien por cien propia que nos mostró Mortadelón en su blog cuando habló de A la caza del cuadro (1971).

Después de lo dicho...¿Les sigue pareciendo justo que no dejaran a Ibáñez colgar sus "Mininas" al lado de las "Meninas" de Velázquez?


¡Hombre, por favor!


domingo, 15 de noviembre de 2009

CHICHA, TATO Y CLODOVEO: EL CACHARRO FANTÁSTICO (1987)



El título de este álbum de Chicha, Tato y Clodoveo hay que encuadrarlo en el marco del éxito que a mediados de los ochenta tuvo en nuestro país la serie de televisión norteamericana El coche fantástico. No fue esta la primera vez que Ibáñez recurre al título de un espacio televisivo para dar nombre a sus álbumes. Ya lo hizo con Los invasores (1974), referencia a la serie homónima y La gente de Vicente (1979), que alude a Los hombres de Harrelson; y lo volverá a hacer con Expediente J (1996), que se refiere a la famosa Expediente X y Misión:Triunfo (2002), parodia del conocido Operación Triunfo. Esta relación con los programas televisivos más famosos de cada época es otra de las pruebas del carácter eminentemente popular de la obra de Ibáñez.

Centrándonos en el álbum, diremos que supone un paso atrás con respecto a la calidad de la emergente nueva serie de Ibáñez, tanto por el coloreado, que deja de ser manual, como por el dibujo, que recae, al menos, en dos personas diferentes sin que ninguna de ellas sea Ibáñez. También desde el punto de vista argumental el álbum cae en la atonía, como veremos a continuación, cuando expongamos su desarrollo.

El primer episodio de seis páginas se inicia con una macroviñeta que ocupa doble página en la que el autor traza un panorama de ese ambiente picaresco al que estamos tan acostumbrados los hispanos, haciendo, como es normal en la serie, de la cola del paro de Chicha, Tato y Clodoveo, un auténtico patio de Monipodio en el que alzan su voz los golfos y buscavidas. Rastreamos por primera vez en la obra de Ibáñez el chiste de “me doblo el pito”, jugando burdamente con el doble sentido del argot del dominó. Uno de los chistes más repetidos en los últimos años por el autor. Cabe destacar también la presencia de Mortadelo y Filemón trabajando como limpiaparabrisas en un momento en que Ibáñez no podía usar a sus dos personajes más célebres, al estar en propiedad de Bruguera.


Escenificando el viejo chiste popular de “¡Cómo has cambiado! […] ¡Hasta de nombre has cambiado!”, nuestros protagonistas roban una ficha de trabajo a un pobre individuo (lo cual les sirve, aunque ellos sean tres) para ingresar en una empresa indefinida que, por dedicarse a la seguridad, guarda no pocas semejanzas con la TIA. Otros paralelismos con esta organización lo constituyen la peligrosidad de sus misiones, el mal fario de sus agentes, así como las míticas huidas de los mismos. En definitiva, pura comodidad por parte del guionista, que no hace sino transpolar al trío de peludos al ámbito propio de Mortadelo y Filemón. En este primer capítulo tendrán que familiarizarse con el cacharro fantástico, que bien podría haber sido un invento del Bacterio, un aparato que se inscribe con pleno derecho en la tradición de historietas en que nuestros agentes han de probar algún vehículo cutre, como ocurre en El circo (1973), Los cacharros majaretas (1974), El cochecito leré (1985) o Fórmula 1 ( 2000), así como en la historieta corta El Superbólido, publicada en el número 10 de Super Mortadelo o Cohete 2000 (Super Pulgarcito 33) . Por supuesto, tras estrellarse con el auto, los protagonistas de querrán vengar de su jefe, un tipejo orondo y despótico que hará las veces del Súper. En este primer capítulo encontramos algunas medias planchas de calidad inferior a la media, como la parte superior de la página 4, en la que cambia incluso el rotulista de los textos.

En el segundo episodio tendrán que proteger al avejentado Fred Astaviento de Regüéldez “El aplastador”. Al esquema de proteger lamentablemente a alguien le sumamos el añadido del vehículo, lo cual nos recordará al anciano de El cochecito leré y al que habrá de venir en El SOE (1992). También el gag de hacer que el protegido choque contra la pared en lugar de hacerlo pasar por la puerta cuando lo llevan entre dos parece extraído de Los invasores. Por lo demás, el capítulo es una sucesión de desgracias acumulativas que acaban con la búsqueda del trío protagonista, que se oculta de las iras de su jefe. En la tercera parte, Chicha, Tato y Clodoveo habrán de transportar un explosivo que puede hacer volar la ciudad. Las muestras de histerismo ante una posible explosión a causa del objeto en cuestión las vimos ya en historietas como ¡A las armas! (1974), Misión de perros (1976), Contrabando (1978) y en la historieta corta Un chorizo explosivo (Super Pulgarcito 12), de los agentes de la TIA. El martillo protector del coche parece sacado de El Superbólido. El capítulo contiene alguna referencia inocua a la enfermedad que habría de marcar la década de los ochenta, el sida.


En el cuarto episodio han de acompañar al hospital a Mister Staforrat, que, dada su parálisis galopante, tiene la rigidez propia de un muerto, dando así lugar a varios equívocos. El medio de transporte utilizado para llevarlo llevará a los transeúntes a reflexionar, como el El SOE, sobre los tiempos de miseria. Del mismo modo, el momento en que sacan a un muerto de su ataúd para transportar a Staforrat recuerda a Testigo de cargo (1984). Algunos chistes sobre la antropofagia de la gente de color conecta a esta historieta con El cochecito leré, sin dejar de guardar paralelismos (por la confusión en la carnicería) con EL SOE, uno de los álbumes más conectados al que estamos analizando.

En el quinto capítulo vemos los intentos de Guido Majara (una suerte de profesor Bacterio majareta) por intentar hacer volar el cacharro fantástico. Los intentos de hacer volar en una azotea nos recuerdan a la historieta corta Asalto a la azotea (Super Pulgarcito, nº 43) y a las venideras La Mier (1999) y Prohibido fumar (2004), así como, en un sentido más genérico a la historieta corta El Mortadelillo volante (Super Pulgarcito nº 47), todas de Mortadelo y Filemón. En el sexto episodio, y tras chafarle al jefe una reliquia “con más antigüedad que Raf”, deben proteger a doña Críspula del Melictou, prototipo de viejecita terrible, al modo de La abuelita Paz de Vázquez y con algo de Rompetechos. A lo largo de su carrera, también Mortadelo y Filemón se las han tenido que ver con señoras así en álbumes como ¡A la caza del cuadro! (1971), Concurso-Oposición (1975), El caso del calcetín (1976), Contrabando, Testigo de cargo, Timazo al canto (1994),El jurado popular (1995), Su vida privada (1998), De los 80 p´arriba (1999) y Misión Triunfo, entre otras. Por supuesto, los perjuicios que la anciana hará pasar al trío requerirán aquí también su justa venganza.


El séptimo episodio está plagado de referencias internas, pues deberán transportar en el cacharro fantástico el fondo para la paga de Grijalbo, editorial que, según los personajes, ingresa mucho más desde que tienen con ellos a Ibáñez. También hay referencias a Ana María Palé, agente de Ibáñez por ese tiempo y alto cargo responsable de las revistas de Grijalbo. Como es acostumbrado en Ibáñez, al que, por cierto, ya se nombra en el primer episodio, su jefa aparecerá rodeada del mayor lujo imaginable. El viaje de nuestros amigos se verá animado por los vanos intentos de sabotaje de un bandido que se inscribe en la lista de enemigos que salen escaldados en las historietas de Ibáñez sin que se percaten los protagonistas. Esto se aprecia principalmente en las historietas de Mortadelo y Filemón, tales como Magín el Mago (1971), Los invasores (1974), Los guardaespaldas(1977), Los gamberros (1978), Los bomberos (1978), El balón catastrófico (1982),Las tacillas volantes (1988), El señor Todoquisque (1992), 100 años de cómic (1996), El espeluznante doctor Bíchez (1996) y Venganza cincuentona (2007),entre otras. Este episodio presenta como peculiaridad algún que otro gag surrealista, como los siete dedos de Clodoveo y la viñeta final, dedicada a felicitar la Navidad a los lectores, lo cual pudo quedar bien en la revista semanal, pero no en un álbum.


El último episodio, de cuatro páginas, hasta completar las 46, narra el transporte de un explosivo hasta un laboratorio nuclear. Ibáñez se quita de en medio a Tato y Chicha y convierte la historieta en una sucesión de anécdotas duales protagonizadas por Clodoveo y su jefe, que quiere probar el coche. Los gags basados en la cutrez del mismo empiezan a agotarse en un episodio que culmina con una explosión y un despido fulminante. De este capítulo está sacada la idea de la portada para la edición en tapa dura del álbum.

Como hemos dicho anteriormente, esta historieta supone un descenso de la calidad de los álbumes del trío de parados, que en lugar de afianzarse con características propias, pasan a desarrollar misiones propias de Mortadelo y Filemón en la TIA. Al mismo tiempo, pierde también las referencias de sus primeros álbumes, como la mala vista de Tato, el transformismo de Clodoveo o el hiperbólico contenido del bolso de Chicha. La presencia del gato Salmoneto es meramente testimonial. Aunque no encontramos situaciones tan calcadas de álbumes anteriores como ocurrió en El negociete, lo cierto es que todo en El cacharro fantástico suena a visto y, en ocasiones, a agotado.


domingo, 8 de noviembre de 2009

ENTREVISTA A EMILIO GAVIRA (ROMPETECHOS)

Emilio Gavira nació en Fuengirola (Málaga), pero desde muy temprana edad se trasladó a Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Cantante de ópera y actor de teatro, cine y televisión, Emilio Gavira tiene en su haber películas tan exitosas como El milagro de P.Tinto y Camino, ambas de Javier Fesser. Destaca en este sentido también su actuación protagonista en el corto El Gran Zambini. En teatro, ha interpretado textos de autores como Francisco Nieva o Valle-Inclán. Recientemente ha participado en la ópera de Rossini La italiana en Argel, que lo trajo a la ciudad de Córdoba, donde pude contactar con él y tener unas palabras acerca de su interpretación de Rompetechos en las cintas La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser) y Mortadelo y Filemón. Misión: Salvar la tierra (Miguel Bardem), así como en la puesta en escena El fantoche de la Opereta. Papel que le ha hecho ocupar un puesto de honor en el universo de Ibáñez y por el cual ahora le entrevistamos.

Queden las siguientes palabras como testimonio del encuentro que tuvimos en una tetería cerca de la Mezquita de Córdoba:

-. ¿Cómo se inició en el mundo de la actuación?

Empecé haciendo teatro en el colegio. Con el tiempo estudié piano, me interesé por la ópera. A mí, de esta profesión lo que me interesa es trabajar, estar haciendo algo. La popularidad es algo secundario.

-. ¿Se puede decir que El milagro de P. Tinto fue su gran salto a la popularidad?

Sin duda. Todavía me paran por la calle por ese papel once años después. Es una película que tuvo un éxito tremendo y que ha envejecido fenomenalmente.

-.¿Cómo fue que Javier Fesser le escogió para interpretar a Rompetechos en su primera película?

Hicieron muchos castings y no encontraba lo que buscaban. Un día me llamó la directora de casting de Javier Fesser para que hiciera la prueba. Yo aparecí caracterizado como Rompetechos. Le gustó a Javier y me cogió.

-. ¿Había leído usted previamente las historietas de Rompetechos, antes de que empezara toda esta historia de la película?

Sí, aunque cuando me dieron el papel las volví a leer. De pequeños, mi hermano leía mucho Mortadelo y Filemón, mientras que yo era más de Astérix y Obélix, pero nos prestábamos los tebeos.

-. ¿No es una responsabilidad muy grande darle forma y voz a un personaje que, por aquel tiempo, llevaba en el inconsciente colectivo de los españoles más de cuatro décadas?

Sí, pero cuando te dan la oportunidad, relees y el personaje te sugiere cosas. El carácter del personaje te lo da el mismo cómic.



-. Y la responsabilidad es doble si tenemos en cuenta que, además, es el personaje favorito de Ibáñez. ¿Conocía usted ese dato?


Sí. Además, tanto Javier [Fesser] como yo nacimos el mismo año que Rompetechos.

-. ¿Cómo se preparó el personaje? ¿Tuvo que devorar muchos tebeos para interpretarlo?

Sí, yo ya lo había leído. Pero una cosa es hacerlo por diversión y otra para recrear al personaje. Tengo las historietas llenas de notas. También busqué las historias de Mortadelo y Filemón donde aparecía Rompetechos.

-. ¿Qué le gusta de Rompetechos? ¿Se parece en algo a usted?
Parecernos, en la estatura. Del personaje me gusta la libertad que te da. El hecho de no ver le permite montarse su propia película.

-. En la película de Fesser el personaje aparece caracterizado como un fascista, cualidad que se atenúa en la obra de Bardem. ¿Qué opina usted de dicha caracterización? Hubo sectores que la criticaron duramente.
Fue cosa de Javier, porque el tipo del personaje: pequeño, con bigotito, siempre cabreado. Un hombre algo oscuro y gris que se notaba que había pasado la posguerra.

-. Un hecho innegable es que la primera película de Mortadelo y Filemón es una de las más taquilleras de la historia del cine español. ¿Se esperaba este éxito? ¿A qué lo atribuye?

Siempre confías en el éxito, aunque quizás no tan grande. Yo creo que se debió a que la película está muy bien hecha y a que en Pendelton supieron vender muy bien el producto.

-. ¿Cómo fue la convivencia con sus compañeros durante el rodaje? ¿Cómo fue la experiencia de compartir escena con Benito Pocino, Pepe Viyuela, Berta Ojea, Mariano Venancio, etc? ¿Guarda algún recuerdo especial de alguno de ellos?

Sí, de Pepe Viyuela, que es un poeta. Rezuma humanidad, aparte de ser un tipo estupendo. Fesser también sabe crear un clima en el rodaje, cree en el equipo, por lo que este va a muerte con él.


-. ¿Nos podría contar alguna anécdota simpática del rodaje de algunas de las películas de Mortadelo y Filemón?

Hay varias. Guardo recuerdos muy buenos de las ciudades donde rodamos: Valencia, Gijón (que era Tirania)… Una vez me llamaron del programa Lo + Plus, ya que iban a entrevistar a Benito Pocino, Pepe Viyuela y Javier Fesser, para que fuera a contar alguna anécdota. Como no se me ocurría ninguna, les propuse darles una sorpresa apareciendo caracterizado como Rompetechos, lo cual fue el inicio de una colaboración duradera en el programa. Como prueba del detallismo de Fesser, te diré que cuando rodamos en la 13, Rue del Percebe, los buzones del edificio tenían los nombres de los personajes y dentro había cartas dirigidas a ellos, incluso mataselladas, a pesar de que eso no iba a aparecer en la película. Hasta ese punto cuida los detalles y ambientes Javier.

-. ¿Ha tenido la oportunidad de conocer personalmente a Ibáñez? ¿Cómo fue?

Sí, vino a los rodajes. Es un tipo muy simpático. Me dedicó un tomo de Rompetechos, que me envió a casa, con un dibujo del personaje.

-. Cuéntenos algo del musical sobre Mortadelo y Filemón.

Yo fui el único actor que repitió con su papel. En realidad, el espíritu del personaje es el mismo. Tenía partes muy buenas. Cantábamos canciones al estilo Bollywood, etc.


-. ¿Qué nuevos proyectos tiene como actor?

Pronto empezaré a ensayar Frankestein, en el Teatro del Canal en Madrid, y también una obra de Nieva en el María Guerrero, en la sala Valle- Inclán.

-. Por último, ¿hay posibilidad de una tercera entrega de las aventuras de Mortadelo y Filemón para el cine?
De eso, de momento, no sé nada.

Estas son algunas de las preguntas a las que, gentilmente, me respondió Emilio Gavira, al que quiero agradecer desde aquí nuevamente su amabilidad, su tiempo y su atención. Además, me parece justo recalcar que, al margen de las anécdotas ibañezcas, tuve la oportunidad de descubrir en este actor a un excelente conversador, con el que se puede hablar de temas muy diversos e interesantes.


Quede aquí mi reconocimiento.


Este tema está dedicado a Manuel Fernández Nogareda, sin cuya intercesión no hubiera sido posible.

domingo, 1 de noviembre de 2009

LA MUERTE DE MORTADELO Y FILEMÓN

Esta semana, por ser hoy Día de Difuntos, trataremos un tema tétrico: la muerte.

Muchos nos preguntamos durante años el porqué del pesimismo vital de Mortadelo y Filemón si, al fin y al cabo, y por más cosas que les pasaran, nunca morían. Podían ser devorados por una fiera salvaje, caer de un noveno piso o ser víctimas de una explosión nuclear, que todo se saldaría con un par de chichones, la ropa hecha jirones y el cuerpo ennegrecido tras la explosión, pero nunca morirían.

Pero la cosa cambió a partir de 2007, pues por primera vez asistimos a la defunción real de nuestros agentes (diferente de la muerte soñada en Va la TIA y se pone al día-1989). Paradójicamente, y con todo lo que han pasado nuestros pobres personajes, el motivo de su muerte no es otra cosa que la paliza de un bestiajo que se hace pasar por pitonisa (menudencias, futesas, para lo que ellos han aguantado en otras ocasiones).

Pero es que los años no pasan en balde y Mortadelo y Filemón estaban ya por aquella época a punto de cumplir los 50 tacos. El álbum en cuestión, como recordarán los aficionados es Eurobasket 2007 y la escena a la que nos referimos ocupa las dos últimas viñetas de la página 33.

Mas no se preocupen, amigos, pues nuestros entrañables personajes fueron resucitados por Bernabé de Antioquía (desde ahora, un santo-referente para los amantes de la serie), un fan de Mortadelo y Filemón que hizo el “milagrito”, si bien es cierto que alguna mala lengua dijo que, dado el nivel de ese álbum y de las historietas de la pareja por la época, no hubiera venido mal un periodo de muerte-reflexión para los personajes.

A pesar de que para los fans este momento fue reseñado y reseñable, no nos engañemos, para Ibáñez supuso un gag más y probablemente ni siquiera se acuerde ya de esta anécdota, del mismo modo en que Filemón señala que no quiere volver a hablar de ese capítuolo. Lo único cierto es que Mortadelo y Filemón siguieron (y siguen) vivitos y coleando, sorteando a cuanta fémina se acerque a ellos con malas intenciones, llámese Parca u Ofelia.
Feliz Día de Difuntos.