domingo, 30 de octubre de 2011

LOS MONSTRUOS (1973)

Los Monstruos es una historieta de 1973 que se publicó entre los números 112 y 122 de la revista Mortadelo. Supone un encuentro de los agentes de la TIA con los mitos del cine y la literatura de terror, a los que Ibáñez retrata de una forma tópica, esto es, atendiendo a los tópicos a los que cada uno aparece asociado. Destaca la impecable resolución gráfica en el diseño de cada uno de estos seres de leyenda, que revelan las cualidades de Ibáñez como dibujante.

El argumento es el siguiente: Bacterio inventa una máquina para que los personajes literarios cobren vida. Sin embargo, por error alguien ha colocado las tapas de Blancanieves y los siete enanitos sobre un volumen de terror, desatando una oleada de espantajos que van por la ciudad aterrorizando a cuantos se cruzan y delinquiendo a tutiplén. En realidad, todo se trata de un plan urdido por una banda de ladrones que, conscientes del invento del Bacterio, aprovechan la coyuntura para, disfrazados de monstruos, cometer crímenes diversos. Miguel Fernández Soto en El mundo de Mortadelo y Filemón señala las semejanzas entre este álbum y Safari callejero (1970), sustituyendo los animales por monstruos. Sin embargo, nosotros lo encontramos más emparentados con Contra el gang del Chicharrón (1969), por el esquema de los delincuentes que van capturando uno a uno hasta acabar con el líder de la banda, en el último de los 11 capítulos de 4 páginas cada uno.

El dibujo del álbum se puede considerar, dentro de su estandarización, superior a otros de la época. Probablemente entintado por Martínez Osete, las proporciones aparecen más cuidadas y la caricatura de cada monstruo está especialmente lograda. Destaca la primera viñeta, con el título, quizá entintada por el propio Ibáñez, con un espectacular monstruo de Frankestein y una original disposición de las letras.

Un gar relacionado con el famoso zapatófono de Mortadelo dará paso a una entrada secreta a través del trombón de un músico ambulante, con concesiones al absurdo propias del maestro de Ibáñez, Manuel Vázquez. También hay sombras de Vázquez en el momento en el que Mortadelo manifiesta su cualidad de personajes de ficción al decirle al jefe que los lectores se preguntarán cómo han pasado por la entrada secreta. Filemón, en un chiste que tiene sus reminiscencias en el Anacleto de Vázquez, dice que por el precio que cuesta el volumen, tampoco lo tienen que saber todo. Este texto de Filemón se nota retocado, quizá porque sufrió algún cambio relativo al precio del volumen.

A trancas y barrancas, el Súper consigue explicar la misión, a pesar de las intromisiones de Mortadelo (destaca por su gracia la relativa a la foto del Súper) y este primer episodio termina con una confusión en la que nuestros agentes confunden con un monstruo…al mismísimo director general, esta vez con un diseño atípico, requerido por las exigencias del guion.

En el segundo episodio, los agentes se enfrentan al monstruo de Frankestein, de quien en un primer momento no se muestra la cara, creando así la expectación del lector. Es indispensable destacar el acertado diseño del monstruo, así como la lograda narración de su secuencia de presentación, que sería copiada años después en Los que volvieron de allá (1987). Otro de los aciertos de Ibáñez radica en las expresiones de terror que dibuja en las personas con las que se van encontrando los monstruos, como el taxista de este episodio. No falta tampoco el primero de los tres cameos que Rompetechos hará en este álbum. En realidad, como se puede comprobar en este episodio, cada capítulo de esta historia presenta un doble prólogo. Por una parte, las andanzas del monstruo por la ciudad y por otra, el relacionado con el zapatófono de Mortadelo. De ahí que en la mayoría de las ocasiones la acción no comience hasta la página tres. Incluso se observa que Filemón aparece casi siempre al final de la segunda página. No ocurre así en este tramo, en el que vemos cómo Filemón desarrolla una misión paralela, arrebatándole un explosivo al “Bomba”.

Dentro del episodio, sobresale la comicidad de ver al monstruo de Frankestein en escenas cotidianas, como tomar un taxi, ir a un restaurante e incluso entrar en una cabina a hablar por teléfono, lo cual será aprovechado por Mortadelo y Filemón para capturarle. En la última viñeta de cada tramo vemos que Ibáñez utiliza un recurso que no empleará en otros álbumes: aludir al episodio de la semana siguiente, mencionando en esta ocasión el monstruo seleccionado para atacar, dejando a los jóvenes lectores de la época con la curiosidad de ver lo que sucederá.

El tercer episodio comenzará con una genial secuencia, muy bien planificada, en la que vemos al conde Drácula despertar de su tumba, escena que será fuente de inspiración para Los que volvieron de allá, años después. La desmitificación de los monstruos de ficción que realiza Ibáñez alcanza uno de los puntos culminantes con esta presentación de Drácula, quien inspira más lástima que terror a sus víctimas. Existe algo de confusión temporal en esta historia, pues si bien la acción de Drácula transcurre de noche, como se indica al principio del capítulo y también posteriormente cuando los agentes de la TIA van a por él, el incidente de Mortadelo con el zapatófono parece transcurrir a la luz del día. Sin mucha dificultad, nuestros agentes (que tardan en entrar en materia) capturan al falso vampiro. Destaca, por inusual, el gesto y la postura de ambos en la viñeta 8 de la página 12.

El cuarto episodio comienza con los estragos causados por el hombre lobo y continúa con el gag del zapatófono. En realidad, la historia guarda algunas reminiscencias de El Súper Lobo (Super Pulgarcito, nº 18). Destaca el gag en que Mortadelo confunde a un cantante pop con su jefe convertido en lobo (por lo melenudo) y el ingenioso disfraz de Caperucita Roja con el que, finalmente, consiguen vencer al falso lobo. En el quinto episodio será la momia la encargada de atacar, dando pie a algunos gags brillantes, como aquel en que los agentes invocan a Ra y a Ammon. Destacan algunos disfraces originales, como el de bala, así como la brillantez con la que capturan por casualidad al villano: enrollándose sus vendas con la punta del casco del disfraz de Mortadelo, lo que da lugar a una escena muy dinámica en la que se demuestra la habilidad de Ibáñez para plasmar el movimiento.

El sexto episodio recurre a un mito de cine como es King Kong, quien estará encarnado por dos delincuentes, dado su tamaño. De hecho, es este el primer capítulo en el que se muestra al lector desde el primer momento que el monstruo no es más que un fraude. El tamaño del enemigo de los agentes llevará a Ibáñez a optar por una composición de página más original (véase la parte superior de la plancha número 22). El capítulo cuenta con algún gag absurdo, como el de la sombra de Mortadelo, y sobresale en él la astucia que empieza a mostrar este personaje, ya escarmentado por las experiencias anteriores, capaz de deducir que la piel del monstruo es de fibra sintética, propiciando así su captura a base de “Celtas”.

                                            

En el séptimo episodio, más que con un monstruo, nuestros hombres se enfrentan a un extraterrestre, lo cual nos remite a unos de los álbumes que pronto habrán de llegar a la serie: Los invasores (1974). El diseño del alienígena está claramente basado en los diseños del belga Franquin. Como suele ocurrir en las historietas de Ibáñez, y esto es herencia de Vázquez, este ser se las tendrá que ver con la crudeza del agro español. Tras un breve conflicto con un lugareño, nuestros protagonistas acabarán por capturar al falso marciano, quien dice, con desprecio, que no debió disfrazarse de hippy. Esta alusión despectiva al movimiento hippy es característica de Ibáñez y otros autores de la escuela Bruguera, probablemente reflejo del español medio, que miraba con recelo este movimiento venido del extranjero ese. En este álbum, quizá por su temática monstruosa, se aprovecha para arremeter contra los hippies en varias ocasiones.

En el episodio del fantasma, el octavo, constatamos la habilidad de Ibáñez como dibujante, en especial a la hora de simular los dobleces de la capa del fantasma, realmente conseguidos. La desmitificación de este ser viene dada de sus patéticos encuentros con un borracho, un pobre y funcionario. Será Mortadelo quien, disfrazado de pirata, capture astutamente a este fraude de espectro. El noveno episodio, especialmente divertido, narra la lucha con una bruja, dando pie a escenas absurdas, como verla reponer gasolina para su escoba. A pesar de algún que otro juego de palabras forzado ( “lechuzo” y “hechizo” no se confunden tan fácilmente), el capítulo tiene gags divertidos, como el del enfrentamiento de la suegra y el yerno (la censura ya se había relajado). La astucia de Mortadelo será quien lo lleve, con su chicle, a capturar al villano. El capítulo se cierra con la alusión a la bestia peluda, lo que permite a Ibáñez tirarle un puyazo a Jordi Bayona, redactor de la revista Mortadelo, de cuyo pelo y perillas largos se ha reído Ibáñez en más de una ocasión (también en “Desbarajuste integral, propio de una editorial”). Recordamos a los lectores que Corra, jefe, corra, entrevistó a Bayona en julio de 2010 (http://mortadeloyalgomas.blogspot.com/2010/07/entrevista-jordi-bayona.html).

El penúltimo capítulo tal vez refleje que Ibáñez se empezaba a quedar sin monstruos a los que recurrir, pues la bestia peluda resulta demasiado genérico. El episodio tiene algunos rasgos destacables, como el hecho de que Ibáñez vuelva a arremeter contra los hippies basándose en este personaje. Hay algunos gags simpáticos, como el de los pelos en la sopa o el del peluquero, quizá una de las primeras incursiones en las historietas de Ibáñez de un personaje claramente homosexual, representado de forma arquetípica, lo cual demuestras que la censura estaba algo más relajada en esa época. Por su parte, el gag del zapatófono no afecta en esta ocasión a Mortadelo, sino al ratón que se pone a dormir en él – parece un antecedente del roedor que veremos años después en la serie de BRB Internacional-. Un par de confusiones con una piel de oso y un perro de lanas conducen hasta un final no demasiado original, que reproduce la captura del falso monstruo de manera similar a la que llevaron a cabo con King Kong, esto es, quemando la fibra sintética del disfraz.

El último episodio supone el encuentro con “la cosa”, narrado de manera original. En un principio, la acción se sitúa en el tugurio inmundo desde el cual el “Cerebro” ha ido realizando todas sus llamadas. En ningún momento veremos a la cosa, pues Ibáñez la presentará a través de las reacciones de pavor que tiene todo el mundo al verla, claramente hiperbólicas. En este fragmento descubrimos una faceta inusitada en Mortadelo: la de hombre culto que pasa el rato en una biblioteca (justo antes de que le suene el zapatófono). También se desvela que la TIA tiene un club infantil para menores de 15 años (seguramente, los hijos de los agentes).

Conocemos a otro agente de la TIA, Figurínez, un guaperas que dice que no se asustará de la cosa porque fue amigo de Los Beatles (otra alusión despectiva hacia los “jóvenes melenudos” de la época). Mortadelo consigue derrotar a la cosa gracias a su astucia, enviándole un espejo para que le dé un soponcio ante su propia visión. El personaje rompe el pacto de ficción y, saliendo de una viñeta enrollada, explica al público que, por consideración, prefieren no mostrar el horror de la cosa. Finalmente, el nombre de “El Cerebro” resultará irónico, pues se trata de un individuo bajito y cabezón que, capturado por nuestros agentes, decide revelar los detalles de su plan.

                                           

A pesar de la calidad gráfica del álbum, observamos durante esta explicación viñetas en las que la cara del Súper y Mortadelo están claramente dibujadas por Martínez Osete,no por Ibáñez, concretamente en las viñetas 4 y 5 de la página 44. El hecho de que sean viñetas aisladas en una página íntegramente hecha por Ibáñez nos lleva a pensar a qué se debió esta incursión del ayudante. Proponemos la teoría de que, dada la cantidad de texto que contienen las viñetas, tal vez el bocadillo acabara ocupando más de lo que Ibáñez tuviera previsto en un primer momento, de manera que, para que cupiera todo el texto, hubo que realizar retoques en esas viñetas, redibujando a algunos personajes, lo cual explica también la deficiente composición.

El comentario del villano en que afirma que todo hubiera salido bien de no ser por la intromisión de Mortadelo y Filemón recuerda a los dibujos animados de Hannah-Barbera Scooby Doo, de donde se podría haber tomado también el recurso de que cada monstruo fuera, al final un tipo normal y corriente. Mortadelo pondrá fin a la historieta intentando demostrar que el invento del Bacterio es un fiasco, lo cual termina con la persecución de los protagonistas ante la amenaza de un dragón (magníficamente dibujado) salido de la máquina del Bacterio.

Un magnífico colofón este para un buen álbum en el que el espíritu desmitificador de Ibáñez brilla a altas cotas. Con un dibujo adecuado y un entintado correcto, se trata de una historia atípica en el sentido de que nuestros héroes tardan mucho en entrar en acción en cada episodio, lo que hace que puedan capturar a los monstruos con relativa prontitud. Se trata, por tanto, de una de las misiones más fáciles que han tenido nuestros agentes, pues en casi todos los capítulos el esquema ha sido llegar y besar el santo. Sobresale también la astucia que Mortadelo demuestra durante toda la aventura, siendo él quien lleve la voz cantante frente a su jefe, Filemón. Un álbum notable con el que, sin duda, los lectores de ayer y hoy pasarán un buen rato.



domingo, 23 de octubre de 2011

LAS EXPLICACIONES DE VICENTE: TEORÍA Y PRÁCTICA

"A veces un diálogo que yo lo comprimo y lo meto en una viñeta, pues esos diálogos a veces se subdividen en varias viñetas, con lo cual el personaje empieza a hablar, en la siguiente sigue hablando y está allí en la lejanía con una gaviota en primer término que queda la mar de bonito. En la tercera se ve debajo del mar que hay un besugo y la voz viene desde arriba que dice cosas muy bonitas. Y así todo igual y van ocupando cuadros y cuadros y llegas al final de la página y resulta que una sola conversación entre dos personajes te ocupa toda una página. Eso la gente no lo quiere. La gente quiere que vayan ocurriendo cosas. Yo he de comprimir al máximo, y comprimir al máximo no me permite eso, porque en cada viñeta los personajes tienen que estar haciendo algo distinto, que se tiene que ver. Se tiene que ver".

Francisco Ibáñez, U, el hijo de Urich, nº 8, 1998.

En el fragmento anterior encontramos unas declaraciones de Francisco Ibáñez en las que se ve su apuesta clara por el dinamismo y la variedad dentro de su historieta. Como ven, Ibáñez ironiza sobre los alardes de dibujo de otros autores, que gastan, para una simple conversación viñetas y viñetas buscando el ángulo, el escorzo, la perspectiva del personaje...para acabar ocupando una página entera en una sola conversación.



En los cómics de Ibáñez no ocurre esto. Al contrario, las acciones se suceden de forma atropellada y el ritmo siempre es acelerado, a causa del movimiento continuo de sus personajes, siempre envueltos en situaciones en las que el humor físico es el plato fuerte.

¿Qué hacer, entonces, cuando no hay más remedio que incluir una explicación? Es cierto que las historietas de Ibáñez no tienen un argumento muy complejo, pero hay momentos en los que, necesariamente, hay que exponer una serie de ideas básicas para el desarrollo de la trama.



Estos diálogos provienen en su mayor parte del Súper, por ser él quien expone las misiones a sus agentes. Aun así, hay que destacara la capacidad que tiene Ibáñez de condensar diálogos, de manera que en muchas ocasiones toda la misión queda explicada por parte del bueno de Vicente en cuatro o cinco bocadillos. Sin embargo, como dice Ibáñez, "la gente quiere que vayan ocurriendo cosas". ¿Cómo solventa Ibáñez esta falta de movimiento y de acción que parecen sugerir los diálogos y las explicaciones?






La solución práctica la tenemos en muchas de sus historietas. En ellas, durante las explicaciones del Súper, solemos ver cómo los personajes que escuchan están desarrollando acciones paralelas, que pueden o no tener que ver con lo que dice su superior. Así, podemos ver a Mortadelo y Filemón discutiendo entre ellos mientras su jefe habla, o bien directamente el Súper puede estar golpeándolos mientras expone el caso en cuestión. Será frecuente también que los personajes estén reponiéndose de algunas de las agresiones de las que han sido víctimas: poniéndose en remojo, secándose el sudor, metiendo las extremidades en agua, etc.


Como se puede comprobar, este es otro de los recursos que utiliza Ibáñez para que la lectura de los diálogos de texto más o menos extensos no se hagan pesados para el lector. De la mano de nuestro autor, podemos estar seguros de que hay detrás una acción paralela que, sin duda, nos va a hacer reír.

Y luego se preguntarán por qué es el autor de humor más vendido en España.

domingo, 16 de octubre de 2011

CLEVER & SMART: EL EDITOR ALEMÁN

Todos recordamos la siguiente viñeta de El 35 Aniversario (1992) en la que Ibáñez aparece aplastado entre el por entonces presidente alemán Kholl y el editor alemán de Mortadelo y Filemón (allí Clever & Smart). En la escena, Ibáñez hace una jocosa mofa al tonelaje de ambos personajes germanos, como se puede ver.

                                                           

Años más tarde, pudimos ver de nuevo el familiar rostro del editor en Mundial 98 (1997), esta vez ocupando la portería del equipo alemán (cómo no) en tan celebrado acto deportivo. Nuevamente, Ibáñez hace referencia al volumen de su editor, quien cubre todo el marco de la meta germana. El personaje aparece nombrado en esta ocasión como Wolfgang Mamoutheler.

                                                     

Estas dos referencias resultan más o menos obvias. Sin embargo, indagando en los antiguos tebeos de Mortadelo observamos en Los Ángeles 84 (1984) un rostro familiar. Se trata de una cara parecida a la del editor alemán que ya conocemos. Eso sí, sin gafas y mucho más joven. En esta ocasión se le llama Bruten Biheler y es un púgil alemán que se enfrentará con Mortadelo.

                                               

Uniendo los dos nombres reales (está claro que " Mamoutheler" y "Bruten" no lo son) nos surge el de Wolfgang Bieheler, que es, precisamente, el nombre del editor alemán, tal y como nos lo confirman los "créditos" de este cómic editado en tierras germánicas:

                                          

Sin embargo, revisando Los Ángeles 84, encontramos otro rostro alemán que parece ser una caricatura. Se trata del púgil que lucha contra Filemón: Blaff Bachmann, a quien también pueden ver en los créditos con el cargo de "Verleger".

                                                    

 Si observan los créditos antes presentados, junto a Biehler aparece un tal  Hans Bachmann. Desconocemos qué diferencia hay entre el término  "Verleger", atribuido a Bachmann y el de "Herausgeber", con que se cataloga a Biehler. Nuestra traducción los agrupa a ambos con el genérico "editor", aunque la existencia de palabras distintas nos permite presuponer un matiz que no se contempla en esta traducción.

Esperamos que les haya resultado curiosa esta entrada, con la que se pretende dar un paso más en el conocimiento de los responsables alemanes de Clever und Smart, además de constatar el buen rollito (siempre jocoso) que Ibáñez tenía con ellos a lo largo de más de dos décadas.

domingo, 9 de octubre de 2011

MORTADELO Y EL CAPITÁN TRUENO

Como ustedes sabrán, este fin de semana se ha estrenado en los cines de nuestro país la película El Capitán Trueno y el Santo Grial, de Antonio Hernández.

Aprovechamos la circunstancia para recordar algunas de las ocasiones en que este personaje y su universo han sido recreados por Ibáñez en sus historietas.


Una de las primeras ocasiones fue en la portada de la revista Super Mortadelo, con un especial dedicado al famoso personaje de Mora y Ambrós. En su interior, pudimos contemplar una historieta corta en la que por primera vez el Capitán llegaba a la sede de la TIA.


No fue esta la primera vez que Mortadelo se disfrazó del Capitán Trueno en una portada. Si no lo creen, miren este ejemplo,menos conocido, de la revista Mortadelo original donde el camaleónico personaje de Ibáñez homenajea a otros gigantes del cómic patrio e internacional.


A mediados de los 90, encontramos un par de referencias más, como el momento en que Mortadelo se disfraza del personaje de Mora y Ambrós en Timazo al canto (1994) o la viñeta recortada del mismo que aparece en el prólogo de El disfraz, cosa falaz (1995).



Esta última idea del recorta y pega pudo servir de "inspiración" para la discutida presencia del Capitán y sus amigos en la aventura de Mortadelo y Filemón Bajo el bramido del Trueno (2006), uno de los cómics más polémicos de Ibáñez que suele desatar las críticas de los aficionados a ambas series.



Existe otra portada de Ediciones B (1987) en la que Mortadelo aparece caracterizado como el Capitán Trueno. Sin embargo, y a pesar de que sin duda se trata de un buen imitador, pensamos que Ibáñez no es el autor de esta cubierta, que tampoco lleva firma alguna.


A pesar de que, como hemos dicho, estos cross-overs no han estado en ocasiones exentos de polémica, queden como homenajes de Ibáñez a la creación de Ambrós y Víctor Mora, o en otras palabras, homenaje de la principal serie humorística del tebeo español hacia la principal serie de aventuras del mismo. Les dejamos con estas simpáticas imágenes de Ibáñez y Mora.








domingo, 2 de octubre de 2011

¿POR QUÉ SE AGACHA MORTADELO?

Bien conocida es la anécdota de que los personajes con que se inició el álbum Valor...¡Y al toro! (1970) no eran inicialmente Mortadelo y Filemón. De hecho, los aficionados al cómic ya habían percibido que la cabeza de este último se ve "rara" en las seis primeras páginas, producto del recorta y pega que hubo de hacer Ibáñez cuando su relación con Bruguera mejoró y no se vio en la necesidad de irse a Alemania a trabajar.

Sin embargo, la figura de Mortadelo en el arranque de esta mítica aventura es menos comentada. Si nos fijamos, en la mayoría de las viñetas, el camaleónico personaje aparece agachado... Así, cuando sale de su disfraz de gorila en la viñeta tres de la página 5, vemos que está de rodillas. Del mismo modo, cuando Filemón lo golpea en la viñeta siguiente, nuestro querido Mortadelo se hunde en el suelo...En el momento en que espían a los bandidos a través de la puerta es él quien observa por la mirilla...


                                              

La explicación para esto nos la dio Ramón María Casanyes cuando afirma en el comunicado que dio a los seguidores de la serie, que Ibáñez había diseñado dos personajes nuevos...uno de ellos pequeñito,  lo que explica que veamos "a Mortadelo andando casi siempre encogido".

                                              


Esto es, en el caso de Filemón fue suficiente con cambiar la cabeza, pero con Mortadelo hubo de redibujarlo entero, amoldando su figura al tamaño original del personaje primigenio.

Hubiera sido una delicia conocer los personajillos que Ibáñez realizó para tal ocasión...aunque lo más seguro es que nuestro dibujante, siempre pragmático, se deshiciera de ellos una vez que volvió con su pareja estrella. Sin embargo...de ser así, ¿cómo pudo verlos Casanyes años después?

La pregunta es...¿Circularon esos personajes primigenios por la Editorial Bruguera? De ser así...¿dónde están ahora?  Cualquier noticia al respecto será bienvenida...aunque tememos que en esta ocasión no será tan fácil descubrir el misterio.