sábado, 30 de julio de 2011

ROMPETECHOS, EL IDEALISTA

En esta vida, como reza el dicho popular, "nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira". Este perspectivismo será expuesto literariamente por Miguel de Cervantes y su Quijote, quien, mediante la palanca de la locura revoluciona el mundo exterior, percibiéndolo de una forma distinta.

Características semejantes, salvando las distancias, encontramos en el Rompetechos de Ibáñez, a quien en muchas ocasiones se ha tachado de gruñón y malhumorado, erróneamente, en mi opinión. El colmo de esta tendencia fue presentarlo como un fascista permanentemente cabreado en la película de Javier Fesser La gran aventura de Mortadelo y Filemón.

                                       

Sin embargo, creo que se debe considerar que aunque, en efecto, Rompetechos acabe muchas de sus historietas enfadado, protestando, esto se debe al conflicto que se provoca entre el mundo real y la visión que él tiene de ese mundo. Visión que, me atrevería a decir, es sumamente idealista.

En la obra de Ibáñez comprobamos que Rompetechos no es solo un tipo capaz de ilusionarse con cualquier nuevo proyecto u objeto, sino que, además, su ceguera lo conduce a una visión del mundo bastante idealizada.

                                              

Así, nuestro cegatón puede ver a tres típarracos estrangulándose en la calle y pensar que son tres niños jugando al trenecito. O bien contemplar un tétrico murciélago y confundirlo con una grácil mariposa.

Podría argüirse que, efectivamente, eso es lo que ve Rompetechos, pero no podemos descartar la posibilidad de que este personajillo cabezón perciba únicamente sombras, movimientos, brumas...y sea su mente la que les dé forma. Al fin y al cabo, ya se sabe que uno ve lo que quiere ver.

                                              

Así, Rompetechos puede albergar una visión de la realidad idealizada, tendente a ver lo que de bello hay en lo crudo de la vida (que llamaremos "ceguera maternal") y otra en la que la idealización conduzca al inmovilismo, a la falta de lucha social (la llamaremos "ceguera política"). Esta última se da cuando ante una injusticia, nuestro personaje crea la imagen de una escena bucólica, idealizada, conformista.


                                         

Pero no pretendemos aquí sacar lecturas políticas del personaje, que de eso se encargan otros, sino más bien de reivindicar el buen talante de Rompetechos, personajillo positivo donde los haya, cuyo drama interno consiste en un enfrentamiento constante y quijotesco entre lo que percibe y la cruel realidad (que no es poco).

domingo, 24 de julio de 2011

FRANCISCO IBÁÑEZ EN MÁLAGA

El pasado viernes 22 pudimos acudir a otra firma del maestro en Málaga, en el Centro Comercial de La Rosaleda. Bien acompañado por El Viejo (contertulio asiduo de este blog), llegué un par de horas antes, lo cual no impidió que ya estuvieran ocupados los primeros puestos de la fila. La cola, sin ser tan monumental como en otras firmas -los oriundos se quejaban de la falta de promoción- recibía periódicamente la afluencia de nuevas personas que la iban renovando y manteniendo, de manera que se garantizaba actividad segura para los lápices de nuestro querido Ibáñez.

En ella pudimos conocer a varios fans, lectores, foreros y blogueros, entre los que destacó el amigo Francisco, con los que pudimos charlar y debatir acerca de Ibáñez y su obra. Tampoco faltó, como era de esperar, Hergest, responsable del blog Pensión El Calvario, quien también estaba en la cola.

Unos minutos antes de la firma aparecieron los mismísimos Mortadelo y Filemón que se hicieron fotos con chicos y grandes y antes de la hora establecida llegó el esperado Francisco Ibáñez, acompañado, como en otras ocasiones,
de Climent Soler. Ibáñez lucía su cazadora beige, a pesar del calor que hacía en la ciudad.
Cuando me vio llegar, lo primero que dijo fue: "¡Eres una plaga, una plagaaa!", entre risas.
Asimismo, como otras veces, dijo tener fotos de un servidor de todos los colores.

Ante mi petición de un Mortadelo veraniego, Ibáñez supo salir con este simpático dibujo que hizo en apenas dos trazos, el cual plasmó en la contraportada de una edición de El sulfato atómico. Cuando aludí al impresionante nivel de dibujo de este aventura le quitó importancia, "No es representativo de lo que es un Mortadelo", dijo.  Del mismo modo, y sin preguntarle nada, comentó: "Esto fue cuando en la antigua editorial me dieron páginas de autores franceses y me dijeron que sacara cosas de allí".



Ibáñez rememoró aquellos días "sin fines de semana, ni vacaciones, ni nada", así como su gran capacidad de trabajo. "Hacer 5 páginas era normal, hacer 10 estaba bastante bien, 15 era una barbaridad...¡pero yo hacía 20!¡ Espantoso, espantoso!"

A mi pregunta acerca de por qué en las nuevas aventuras Rompetechos siempre acababa fastidiando a algún cura, contestó entre risas: "Eso le gusta a la gente [...] Además, hace años no podía hacerlo, pero ahora sí".

Cordial, como siempre, Ibáñez se despidió "hasta la próxima", dando paso a mi amigo El Viejo, a quien le confesó la conveniencia de buscar temas que no caduquen a los cuatro días cuando se aborden asuntos de actualidad, a la vez que reconoció la importancia de Filemón, que también merece su cuota de protagonismo.


                                           

Como broche de esta crónica, quiero recordar las palabras con las que Ibáñez abrió la sesión de firmas nada más llegar:

"Gracias, gracias a todos por venir".

Sobran comentarios.

¡Gracias a usted, Maestro!



domingo, 17 de julio de 2011

TRANSFUSIÓN DEL HUMOR...DE ROMPETECHOS

En numerosas ocasiones, Ibáñez ha confesado practicar lo que él llama "Transfusiones del humor de Mortadelo", recurso que consiste en hojear, en los momentos de parón creativo, las viejas páginas de su personaje para así tomar inspiración para crear nuevas.
Esta técnica resulta totalmente justificable, dada la gran cantidad de planchas que ha producido nuestro autor y las que tiene que seguir produciendo.
Es por ello que en muchas ocasiones encontramos gags, secuencias, páginas enteras que nos recuerdan a otras. Sin embargo, algunas veces el paralelismo entre la fuente y la reproducción es tan evidente que llama la atención.
Esto es lo que vemos en la portada del número 2 de la II época de Din Dan, que tiene, como de costumbre, a Rompetechos de protagonista. En esta historieta- portada, vemos a nuestro querido personaje conduciendo un coche y sufriendo los mismos avatares que padecerán Mortadelo y Filemón en la página 28 de Concurso-Oposición (1975), con la que culmina el episodio dedicado al candidato cegatón.
Seguramente, si Ibáñez hubiera realizado esta historia hoy hubiera puesto a Rompetechos como aspirante a agente de la TIA. De hecho, no sabemos por qué en su lugar usó a este nuevo miope, en lugar de recurrir a su amada criatura.

Sea como fuere, lo que está claro es que el aspirante de esta historieta cumple el mismo rol que Rompetechos y que sus gags, su tipo de humor, se corresponden más con la serie del bajito cabezón que con la de los dos agentes secretos. Es por ello que decimos que se ha producido una transfusión del humor, no de Mortadelo, sino de Rompetechos.

                                                                          



                                                         

Los paralelismos entre ambas historietas son evidentes, incluyendo parcialmente a los diálogos. Así, en ambas historietas se confunde un globito de un niño con el disco verde del semáforo, en ambas hay una inmersión bajo tierra (en una a través del Metro y en otra por una alcantarilla).

                                            

Además, ambos periplos acaban en remojo, al conducir el auto hasta el mar...Y en los dos el acompañante del cegato ha envejecido notablemente, a consecuencia del susto. Para los escépticos, observen las viñetas.

                                                  

Como apunte final, diremos que en la aventura de Mortadelo y Filemón ¡Rapto tremendo!(2003) encontramos alguna escena similar, si bien los paralelismos no son tan evidentes, con un Rompetechos conductor que vuelve a meterse por el "subterráneo" (sí, sí, el Metro) y con unos Mortadelo y Filemón envejecidos tras la experiencia.

domingo, 10 de julio de 2011

UN PASEO POR GUAI DE LA MANO DE IBÁÑEZ

Como saben muchos de nuestros lectores y el mismo autor nos confesó en la entrevista que le realizamos en febrero de 2011, Ibáñez tuvo mucho que ver en la fundación, estructura y fichajes de la revista GUAI, de Grijalbo, a mediados de los 80.

Por tanto, resulta lógico que en el número uno de dicha publicación fuera el propio Ibáñez quien guiara a los lectores a través de las páginas de la misma. Para ello, nuestro autor elabora un peculiar índice-presentación, un recorrido de manos de un personajillo anónimo que nos mostrará los principales puntales de este nuevo tebeo.

Dicho personaje, que recuerda levemente a un Pepe Gotera algo achispado, es el anfitrión de este original repaso, protagonizando una hermosa página coloreada a acuarela (algo que también se observa en las primeras series de Ibáñez en GUAI) y con una composición ingeniosa, ágil y rompedora, que recuerda a la de las portadas de las revistas bruguerianas de los años 70, donde se juega con los espacios, los bocadillos, etc.

En su periplo, el personaje se irá topando con algunos de los personajes nacionales y extranjeros que conforman la revista, como Astérix o Lucky Luke, a los cuales Ibáñez ha añadido bocadillos muy sui generis con algún comentario ingenioso. Sin embargo, serán los autores nacionales los que se lleven la mejor parte. Así, se nombra a Segura y sus Muchamarcha's, a Mirlowe, no sin antes aludir a las arrugas de su creador, Raf,  gran amigo de Ibáñez...

Sin embargo, quien hace que nuestro anónimo guía se decida quedar en la revista no es otra que la Cleopatra de Martz-Schmidt. Sin duda, el personajete se ha quedado prendado de sus encantos femeninos, pero, en un nivel más profundo, no podemos olvidar que se tratará de una de las obras más trabajadas de Martz- Schmidt, una creación de plenitud que ocupará un lugar muy especial en la producción del dibujante y que otorgará más categoría, si cabe, a esta excelente revista.


Les dejamos con la página en cuestión para que la disfruten, queridos lectores.



domingo, 3 de julio de 2011

LAS HIJAS DE MADAME ADOLPHINE

Por todos es bien conocido que, especialmente durante los años sesenta, Ibáñez bebió de las fuentes del cómic franco-belga. De hecho, son populares los numerosos "homenajes" que dedicó a André Franquin durante esos años. Sin embargo, Ibáñez también se inspiró en otros grandes de la historieta francófona, como es el caso de Peyó.

No hablaremos hoy de una copia literal, sino de la inspiración que Ibáñez obtuvo del papá de los pitufos en el diseño de algunos de sus personajes femeninos de edad avanzada. El modelo en cuestión se sacó del álbum de Valentín Acero La señorita Josefina (Madame Adolphine, en el original), de 1963. En él, observamos la presencia preponderante de una apacible ancianita que se corresponde con el perfil de las que después desarrollaría Francisco Ibáñez.

Tomemos como ejemplo a Doña Pura, de la serie Doña Pura y Doña Pera, vecinas de la escalera (1964). Si comparan las dos ilustraciones, comprobarán que Ibáñez hereda de Peyó el modelo de señora mayor, con un moño recogido de manera similar, los ojos semi-cerrados, las ojeras, las arrugas que descienden de la nariz, la barbilla pronunciada...


Eso en cuanto al rostro. En el cuerpo encontramos varias similitudes más, como el vestido largo, negro, de una pieza, coronado por un cuello que parece ser de plumas o de cualquier otro material esponjoso. Las hebillas del calzado también parecen guardar cierta semejanza, cambiando Ibáñez la forma cuadrangular del personaje de Peyó por otra más redondeada.

Aparte de en esta serie de escaso recorrido, Ibáñez repitió el modelo de señora en personajes secundarios de otras series, como es el caso de la anciana que iba a visitar a la amante de los animales en 13, Rue del Percebe, que parece ser pariente lejana de Doña Pura.

En otras ocasiones, encontramos modelos aún más parecidos al original, como la señora que aparece en la siguiente viñeta de Los cacharros majaretas (1974), que comparte con Madame Adolphie incluso el sombrero y la flor que lo adorna.



Otro personaje que tiene ciertas reminiscencias es la ancianita de La máquina de copiar gente (1978), protagonista de un capítulo que parece entroncar directamente con el álbum de Valentín Acero que mencionamos, pues ambos buscan el efecto cómico mediante el desconcierto que produce que una apacible ancianita se convierta en una vulgar salteadora de bancos.



Al igual que en la historieta de Peyó, se trata de una réplica de la anciana original (un robot en La señorita Josefina y un producto de la máquina de copiar gente en la historia de Mortadelo). Esta similitud nos puede llevar a pensar que tal vez el germen de La máquina de copiar gente, de Ibáñez, se halle en La señorita Josefina, de Peyó.


Recordamos a nuestros lectores que estos parecidos, dejos de ser casuales, no son los únicos que se han encontrado entre la obra de Ibáñez y la serie de Valentín Acero, pues ya mostramos en su día cómo algunos de los vehículos que aparecían en El sulfato atómico (1969) partían de otros que previamente habíamos visto en la obra de Peyó.