domingo, 29 de enero de 2012

MELENAS, ¿UN CARPANTA DESCONTEXTUALIZADO?

A lo largo de los años, a la hora de citar las influencias de Francisco Ibáñez, se recurre a figuras como Franquin, Peyo, Tillieux,  Divito...y, dentro de España, Manuel Vázquez. La impronta de los autores de la llamada "Primera Escuela Bruguera", como Escobar, se suele atribuir de una forma genérica, sin individualizar a cada dibujante.

Esto no es, en sí, un error. No cabe duda que dicha primera generación de dibujantes influyó en la(s) siguiente(s) en términos de planteamiento y desarrollo de una historieta, esquemas argumentales, tipología de personajes, etc. Sin embargo, la influencia individual de un autor como José Escobar en Francisco Ibáñez, apenas ha sido reseñada. 

Efectivamente,  Ibáñez nunca contó a Escobar entre sus autores favoritos, y no cabe duda que la manera de entender la historieta de cada uno de ellos era diferente (a pesar de los inevitables puntos comunes que impuso el modo de hacer de la editorial Bruguera). Sin embargo, hemos encontrado en los personajes primigenios de Ibáñez alguna que otra semejanza con una de las series estrellas de Escobar: Carpanta.

                                            


Como sabrán los lectores más documentados, en 1958, Ibáñez crea,mitos aparte, el personaje de Melenas para Hipo, Monito y Fifí (Marco). Se trata de un león desgraciado que, aunque intente hacerse valer como rey de la selva, acaba trasquilado en la mayoría de las historietas. Es, por tanto, el típico perdedor que podría haber protagonizado cualquier personaje de Bruguera, que aunque no se trataba de la editorial donde se publicó, ya era el gran referente de tebeos del país.
No obstante, hemos detectado que en varias entregas de Melenas, este león de tres al cuarto tiene como eje principal de sus aventuras la búsqueda de comida. Así, aunque en alguna ocasión el gag final lo detonen las desgracias derivadas de ejercer una determinada profesión, lo que mueve a Melenas a trabajar es el hambre. Un hambre feroz, canina (más bien felina) que agobia al protagonista en varias de sus entregas. 

                                          


Este permanente estado de ayuno lo acerca al personaje de Escobar, Carpanta, creado en la década anterior para Pulgarcito. Además, al igual que Carpanta tiene al oportunista Protasio, Melenas se las ve en más de una ocasión con el no menos caradura Don Tigre, quien se aprovecha de la ingenuidad o torpeza del protagonista para hacerse con los alimentos que este logra conseguir.  Sin embargo, hay que señalar algunas diferencias.

Así, mientras que Carpanta es una furibunda crítica social a la lamentable e injusta posguerra española, con unos escenarios bien reconocibles y un entorno cotidiano, Ibáñez se evade en Melenas al exótico ámbito de la jungla, donde las referencias a la realidad de los lectores se diluyen por la lejanía en el espacio. Por si fuera poco, los personajes de Ibáñez son animales (antropomorfos, pero animales), lo cual lejos de adquirir las dimensiones de parábola de la Rebelión en la granja de George Orwell, sirve nuevamente para alejar a los lectores de cualquier referente cercano.


                                             



Así pues, la lucha de clases, la injusticia flagrante de las historietas de Escobar se convierten en anécdotas en el cómic de Ibáñez, quien lo limita a una serie de peripecias jocosas en torno a la búsqueda de la supervivencia. Hay que señalar que aunque Ibáñez nunca tuvo el espíritu reivindicativo de Escobar, tampoco podríamos haberlo apreciado, de haberlo tenido, pues ya saben que a partir de 1955, época en la que Ibáñez empezó a despuntar como artista, la censura de las publicaciones infantiles y juveniles, lejos de relajarse, se endureció, cortando de raíz cualquier tipo de personaje "sospechoso" a los ojos del Régimen. El mismo Carpanta, aunque no desapareció, sufrió un ligero toque de atención y sus historietas fueron derivando poco a poco hacia contenidos más atenuados, en los que el personaje principal ya no era tanto un representante de la España del momento (en la que ya nadie pasaba hambre, según la Dictadura), sino más bien una rara avis cuyo ayuno se debía más al "hado adverso" que a las circunstancias sociales.


                                                        


Dejamos aquí el tema para que nuestros lectores saquen sus propias conclusiones acerca del que fue, al menos en algunas de sus historietas, el " Carpanta leonino de Ibáñez".






domingo, 22 de enero de 2012

MORTADELO Y FILEMÓN: HISTORIETAS CORTAS DE ARMAS (TOMAR)

Esta semana vamos a continuar con el análisis de algunas de las historietas cortas de Mortadelo y Filemón. Para ello, recurrimos a la propuesta de clasificación postulada por Miguel Fernández Soto en su obra El mundo de Mortadelo y Filemón.  En esta ocasión abordaremos las historietas que el autor del estudio sobre Ibáñez catalogó dentro del apartado de “Armas”. 
 
    El tema del armamento ha sido desarrollado por Francisco Ibáñez en historietas largas enteras, de las cuales el ejemplo más claro es ¡A las armas! (1974). Incluso muchas de las aventuras largas basadas en los inventos del Bacterio no consisten en otra cosa que en probar el destartalado armamento que el chiflado profesor propone. Nos centraremos, sin embargo, en las historias cortas que desarrollan esta temática.

    Tal ocurre en Humo, también titulada Misión con muchos humos, historieta aparecida en el número 49 de la revista Super Pulgarcito. Se trata de una historieta de ocho páginas que comienza con un gag relacionado con el zapatófono. Esta entradilla sigue un esquema típico de la serie: uno de los agentes (Filemón, en este caso) le habla al otro sobre el peculiar teléfono, mientras que el otro le narra la desgracia que le ha ocurrido a causa del mismo. Este esquema lo encontramos en historias largas como Los monstruos (1973), El racista (1991), Dinosaurios (1993) y Animalada (1994). Al disponer Ibáñez de más espacio que de costumbre para desarrollar la historieta, se permite dedicar varias viñetas a la entrada secreta, otro rasgo clásico de la serie.

    Una vez en la TIA, el Súper les explica la misión: Melencio “el Birrio” ha robado un materializador de humo que aprovecha para hacer el mal. Otro gag clásico relativo a los medios de transporte de la TIA da paso a dos páginas y media en la que nuestros agentes intentan entrar en la casa campestre del villano, siempre con aplastantes resultados para Filemón. Para capturar al “Birrio”—por cierto, uno de los villanos más feos con los que se las han visto nuestros agentes— será determinante la astucia de Mortadelo.

    Una vez puesto fuera de juego, el autor nos narra la vuelta a la TIA con el materializador de humo, lo que da pie a situaciones originales, como la escena ante el volcán en erupción, el gag con la nube, etc. Ya en la TIA, presenciamos cómo Filemón intenta hacer valer sus méritos como agente, provocando un desafortunado comentario del Súper, al cual acaban agrediendo nuestros hombres.



    Un arma tremenda, publicada en el número 22 de Super Mortadelo, es una historieta de seis páginas en la cual encontramos algunas escenas similares a las de la anterior. Así, el zapatófono con llamador acuático detonará algunos gags simpáticos. Del mismo modo, nuestros agentes han de usar una entrada secreta antes de hablar con un desesperado Súper quien, en tono melodramático, les encarga transportar un arma que le permitirá acabar con cientos de enemigos que, según él, le acosan y le impiden vivir en paz
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    Así, un científico (no sabemos por qué no se trata de Bacterio) confía a nuestros hombres el arma en forma de gran cilindro que han de transportar para el Súper. Esto desencadena algunos gags relativos a la tensión que mantienen los protagonistas para evitar que el objeto explote. Ello nos recuerda a álbumes como ¡A las armas!,  Misión de perros (1975), Contrabando (1978), El racista, Los verdes (1977) e historietas cortas como Un chorizo explosivo.  Dicha tensión da pie a varios gags acertados, como el inoportuno resbalón de Filemón que lo lleva a caer por la escalera, provocando que Mortadelo se desviva por evitar el golpe…del arma, no de Filemón. Tampoco podía faltar el momento en que ambos intentan cruzar la calle llevando el cilindro de forma horizontal y causando el golpe de un motorista.

    Otros momentos destacados son la paliza que le dan a Mortadelo, narrada casi en primer plano, el diálogo surrealista, propio de los hermanos Marx, acerca del acertijo numérico que Filemón propone a su subordinado, o la escena en la que este escupe la dinamita que le han puesto en la boca, con tan mala fortuna que va a dar a la oreja de Filemón, todo ello narrado nuevamente en primer plano. Al final, el tono melodramático que esgrimió el Súper al exponer el caso choca con la irrelevancia del mismo, ya que los acosadores que no le dejan vivir son simples mosquitos.  Esto desencadenará la feroz venganza de Mortadelo y Filemón.

    La tercera aventura que incluye Miguel Fernández Soto en este bloque es Defendiendo la paga. En la misma obra de Soto, encontramos dos entregas con el mismo título, una publicada en el Mortadelo Extra de Navidad de 1978 y otra en el Mortadelo Almanaque, del mismo año. No sabemos si se trata de dos historietas distintas o si, simplemente, se publicó en dos revistas. La que nos ocupa está claramente ambientada en las fechas navideñas, lo que nos permite comprobar la amplia vida social que tiene Filemón, quien utiliza a su ayudante para cerrar los sobres en los que escribe sus Chirstmas.



    Nuevamente, un gag relativo a la llamada del Súper, esta vez un mensaje atado a un canto rodao, los lleva hacia el cuartel de la TIA. Para entrar, tendrán que recitar un fragmento bastante romántico del Don Juan Tenorio de Zorrilla ante el banco sobre el que está sentado un bestiajo fortachón, con terribles consecuencias. Pero no todo va a ser malo para nuestros agentes. El Súper les comunica que la TIA va a liquidar los atrasos, que ascienden a los 315 millones de pesetas. Tal noticia da pie a una hilarante escena en que los protagonistas se desmayan y tienen que ser reanimados. Sin embargo, será la noticia de que la paga está en peligro la que saque el león que llevan dentro, mostrándose dispuestos a todo con tal de defenderla.

    Así, se suceden una serie de gags con armas de lo más variadas que, según Fernández Soto, podría haber dado para una historia más extensa. El esquema más común es que los agentes vayan cada uno por su lado y se chafen mutuamente. De entre todas las armas, destaca el diente que lanza llamas, que prefigura al que aparecerá en ¡Queda inaugurado el Mundial ! (1982).  Hay que resaltar la presencia del enemigo Nadiusko. Según cuenta Javier Fesser, director de la primera entrega cinematográfica de la serie, La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), él y su equipo de guionistas estaban buscando un nombre para uno de los villanos de la cinta. Una de las sugerencias fue Nadiusko, creyendo que era totalmente original. Cuál no sería la sorpresa, explica Fesser, que ya existía un personaje llamado así, el cual descubrieron por casualidad leyendo esta historieta Esto vendría a demostrar,según el director, hasta qué punto su equipo y él estaban embebidos en el espíritu de Ibáñez al realizar la película. La aventura terminará con una nueva venganza hacia el Súper, tras el consabido chasco para los agentes. Esta vez acaban metiéndolo en un horno de pan mientras Filemón clama su “¡Más madera! ¡Es la guerra!”, en clara alusión a la frase de Groucho Marx.

    En conclusión, podemos decir que las tres historietas que comentamos en este apartado, si bien no alcanzan cotas de genialidad, mantienen de forma honrosa el nivel de la serie, con escenas rebosantes de clasicismo, aunque no demasiado originales.

domingo, 15 de enero de 2012

EL CASO DEL BACALAO (1970)

El caso del bacalao (1970), una de las grandes historias largas de Mortadelo y Filemón, se caracteriza por su curioso formato episódico: 28 páginas de historia continua y 4 capítulos de 4 páginas cada uno que rematan la historia planteada al principio. Esta peculiar configuración se debe a que el primer gran episodio fue publicado en la ambiciosa revista Gran Pulgarcito (números  74 al 84), mientras que el resto se publicó en la recién nacida revista Mortadelo, debido al fracaso de la primera.

Una de las circunstancias que Ibáñez atribuyó al naufragio de Gran Pulgarcito fue el “continuará”, al que el público español no estaba acostumbrado. Es por ello que la tónica de episodios autoconclusivos de cuatro páginas que, unidos, constituyen una historieta fue la apuesta para la revista Mortadelo. En realidad, Ibáñez había calibrado ya esta opción, ya que de las aventuras anteriores de Mortadelo y Filemón, solo El sulfato atómico (1969) y Valor…¡Y al toro! (1970)— posiblemente planificada antes que las dos precedentes— narran una historia sin episodios. En cambio, Contra el “gang” del “Chicharrón” (1969) sigue una estructura ejemplarmente episódica. Por su parte, Safari callejero (1970) muestra episodios de cuatro páginas, aunque no completamente cerrados, de manera que se crea la ilusión de una historia continuada. El hecho de que El caso del bacalao presente una narración seguida en sus primeras 28 páginas nos lleva a preguntarnos si el guion fue concebido por Ibáñez antes que el de Contra el “gang” del “Chicharrón” y el de Safari callejero, o si bien simplemente el autor seguía experimentando con la narrativa en la quinta aventura larga.

    Otro detalle que nos parece sugerir, aunque no podamos probarlo,  que tal vez el autor concibiera esta historia antes de las dos últimas citadas sería el dibujo más cuidado que presenta El caso del bacalao. Sin embargo, esta cuidada realización se trunca al volver a la estructura episódica. El hecho de tener una revista más en el mercado, llevó a Bruguera a contratar entintadores inexpertos que, al menos en el segundo episodio del álbum, realizan una labor deficiente, que trunca el excepcional desarrollo gráfico de la historieta, probablemente entintada por el propio Ibáñez hasta la página 28. Así, el cuidado dibujo da paso a otro más estandarizado que rompe con el aspecto “más europeo” que hasta entonces definía al álbum.

    El argumento de la historia es el siguiente: una banda de mafiosos italianos comandada por Lucrecio Borgio compra todo el bacalao de la ciudad, ofreciéndolo a precios de risa, con el objeto de provocar la sed de los vecinos. Posteriormente, piensan volar los conductos de agua, de manera que los sedientos ciudadanos tendrán que comprarles a ellos sus propias reservas de agua, que venderán a precios prohibitivos.  Como señala Miguel Fernández Soto en El mundo de Mortadelo y Filemón, el argumento parece estar basado en la historieta de Anacleto El malvado Vázquez, en la que Manuel Vázquez desarrolla un esquema similar.

    El comienzo de la historieta es inusual, ya que por una vez vemos que el argumento del caso empieza afectando a nuestros agentes, que son los primeros que se nos muestran con una sed atroz. Ya desde el principio observamos un dibujo más cuidado que en la mayoría de las historietas, con la figura de los personajes algo más pequeña que de costumbre, lo cual permite trabajar más los fondos, detallando elementos secundarios como los azulejos, permitiendo un mayor juego con la línea de las viñetas, etc. Una muestra de este dibujo más trabajado, es la sombra de Filemón sobre la puerta en la viñeta 5 de la página 1.

                                                  

    En esta historieta se ve que ambos personajes viven en pensiones diferentes, ya que tienen patronas distintas. Eso sí, comen mejor que en la pensión El Calvario, ya que, al menos, le ponen bacalao para comer. El capítulo, rebosante de clasicismo pasa por el uso de entradas secretas y cuenta con la presencia de un secretario, que Mortadelo toma por una chica y al que acaba quemando las melenas, en un claro gesto de intolerancia a los “melenudos hippies”, muy propio de la época. Aparece en escena también el agente Floro, quien en principio se niega a cumplir las órdenes del Súper. No sabemos si se trata del mismo agente Floro que en la siguiente aventura, La máquina del cambiazo (1970), aparece en la lista de agentes caídos en acto de servicio por no obedecer las órdenes del jefe.

    Cuando nuestros agentes son enviados a investigar a la banda de Lucrecio, muestran su inoperancia a la hora de entrar al local donde se reúne la banda. Esto da pie a la mítica escena de Filemón con el cocodrilo, que incluso es utilizada por Ibáñez para la portada, en una ilustración basada en un dibujo de Franquin. Afortunadamente, Mortadelo salvará la situación de forma más o menos honrosa. La mayor verosimilitud del episodio se demuestra en pequeños detalles como el hecho de que Filemón, con la ropa destrozada, se marche a cambiarse de atuendo.

     Uno de los grandes hallazgos del álbum es el grupo de maleantes, entre los que destacan el jefe, Lucrecio Borgio y Aldo. Entre los dos desarrollan una rutina cómica consistente en que, cada vez que Borgio va a darle un golpe a Aldo, previamente lo peina con la raya en medio. Un gag similar se aprecia en la serie de televisión mexicana “Chespirito”, creada por Roberto Gómez Bolaños. Esta similitud se debe a la herencia común que tanto Ibáñez como el cómico mexicano tienen con el humor de Laurel y Hardy. La banda de Lucrecio Borgio vuelve a aparecer en el álbum Venganza cincuentona (2007) aunque su participación, asociada al Gang del Chicharrón, es mínima. Como anécdota hay que reseñar que se vuelve a nombrar a un tal Lucrecio Borgio, envenenador, en Mundial 2006 (2006). Los mafiosos son caracterizados con un dialecto parecido al italiano que hace que la lectura de la obra pueda resultar ligeramente más difícil para el público de menor edad.

    El álbum cuenta con algunas innovaciones impropias del autor, como es el chiste de “no se oye ni trama de lo que tortan”, con su correspondiente cartela (página 9). En la página 9 encontramos también la décima viñeta, que muestra a la banda de Lucrecio reunida. El autor de El rincón de Mortadelón señala la similitud de dicha ilustración con la viñeta 2 de la página 4 de la historieta de Anacleto El sobre lacrado, publicada en Gran Pulgarcito, Almanaque para 1970 (1969). Dicha viñeta fue posteriormente copiada por Casanyes para la historieta corta “Los Superhombres”. Al no verse el autor constreñido a un número limitado de páginas por semana, se permite secuencias en las que se emplean varias viñetas para un mismo gag, como la carrera de Filemón en la página 10 o la secuencia en la que el mismo agente hace un agujero en la pared en la página 15. Ibáñez combina esta narración inusualmente más pausada con grandes ejemplos de economía narrativa, como la viñeta 1 de la página 11, en la que vemos con un solo golpe de vista cómo los bandidos descubren a nuestros agentes y cómo ellos huyen del caserón donde se hallan. Esto se logra situando esta segunda acción en un plano posterior, que el lector puede ver a través de una ventana.

                                                             


    Será en esta página 11 donde apreciemos la primera persecución entre nuestros agentes, que en esta historia se muestran más civilizados y colaborativos entre sí. En este álbum, y como suele ser habitual, es Mortadelo quien suele salvar la papeleta, encontrando la solución más adecuada a situaciones límite, por ejemplo, cuando salva a su jefe del cocodrilo o cuando recurre a trucos como el de los brazos postizos o la pistola de goma. Sin embargo, esta vez será Filemón quien, al encontrar una maleta abandonada, tenga una idea. Esto, que no es frecuente en la serie, extraña al propio Mortadelo, quien desvela a través de un ideograma que considera que su jefe tiene la cabeza llena de serrín. Sin embargo, no hay que pasarse de listo, pues esta vez será Mortadelo quien eche a perder un buen plan, abriendo la maleta donde se oculta su jefe para hacerle una pregunta tonta, en lo que constituye un gag antológico también. Igualmente memorable es el chiste con la alfombra, gracias a la cual nuestros hombres pretenden derribar a sus enemigos, saliendo finalmente trasquilados. Otro ejemplo de la desmitificación de los héroes del cine y la televisión de la época. Una serie de páginas en las que los agentes atacan por separado se resuelve con gags más convencionales, donde destaca la metáfora visual que nos presenta a Mortadelo con una cremallera cerrada por boca.
    Posteriormente, se desarrollan una serie de gags para interceptar a Renato, miembro de la banda que lleva los barrenos para volar la conducción de agua, lo cual da pie a varios sketches que bien podrían estar sacados de los dibujos de la Warner Bros. En concreto, la viñeta 4 de la página 19 parece tener sus orígenes en las míticas caídas del Coyote, en sus intentos de cazar al Correcaminos. Destaca el disfraz de gato de la página 18, por su similitud a los felinos dibujados por Franquin. Finalmente, y como suele ser peor el remedio que la enfermedad, es Mortadelo quien vuela la conducción de agua por error. Las siguientes páginas muestran hilarantemente las hiperbólicas consecuencias de la falta de agua en la ciudad.

 A Mortadelo y Filemón solo le queda interceptar los camiones-cisterna para repartir el agua por la ciudad. Esto da pie a brillantes gags visuales, algunos bastante sádicos, como los que padece Filemón en la página 22. El esquema argumental consistente en interceptar un determinado vehículo (un camión, por ejemplo), se verá también en álbumes posteriores como La crisis del golfo (1991). En estas páginas se aprecian algunos detalles absurdos de fondo, de los que tanto abusará Ibáñez en épocas venideras, como los cuervos y el gato de la viñeta 6 de la página 23. La inoperancia de nuestros agentes los lleva a hacerse con un camión que transporta alquitrán, dando pie a un simpático gag en que dejan ennegrecidos a los habitantes de la ciudad, quienes esperaban obtener agua. Con el objeto de que haya agua para todos, Mortadelo baila disfrazado de brujo la danza de la lluvia, en una escena hilarante en la que las vacas bailan al son de nuestro personaje. Esto provoca una inundación de proporciones bíblicas que, definitivamente, se va de las manos de los agentes.

                                                            


    Como dijimos, a partir de la página 29, comienza un nuevo episodio de 4 páginas. Ignoramos si Ibáñez tenía planeado otro desarrollo para la historieta, narrándola toda de forma continuada. En todo caso, parece que es complicado que lo sepamos. El segundo capítulo, publicado en el número 0 de la revista Mortadelo, tiene como título “Atraco pasado por agua”, pero sigue manteniendo la coletilla de “Mortadelo y Filemón, Agencia de información”. A esto hay que sumarle que ni el Súper ni la TIA vuelven a aparecer en la historieta, solo se nombra al Super- intendente de pasada. Quizá se tratara de un somero intento de devolver la serie a sus orígenes, tras el fracaso de Gran Pulgarcito. El capítulo se desarrolla sin mayor novedad, ya con un nivel de dibujo muy estandarizado y un entintado deficiente. Los villanos pretenden atracar un banco en medio de la inundación, pero los protagonistas se lo impiden. Al final del capítulo, Borgio habla de “la próxima semana”, anticipando lo que va a ocurrir, lo cual subraya el carácter episódico semanal de la historia.  

    El tercer capítulo comienza con una buena viñeta que muestra los estragos del barro que ha sucedido a la inundación. Se salda el episodio con buenos gags, como el de los zancos, y con un Mortadelo pletórico que, gracias a sus disfraces, detiene a los villanos de forma ingeniosa. Sin embargo, queda Lucrecio Borgio, quien será perseguido en el cuarto episodio, el cual tiene algunos puntos originales, como el disfraz de “sentar la cabeza” o la presentación de Mortadelo y Filemón a través de sus sombras en la viñeta 13 de la página 2. Lucrecio, en su intento de robar un banco, burla a los agentes, gracias a la inoperancia de Mortadelo, quien acaba camuflándose tras una estatua a Colón, que parece remitirnos a la ciudad de Barcelona. En el quinto episodio se vuelve a hablar de la TIA y en él presenciamos algún gag notable como el de la bomba pegada con pegamento. Priman aquí los gags visuales, relativos a la enorme roca que acaba aplastando a nuestros agentes y también a Lucrecio Borgio. La viñeta final muestra a los protagonistas vendados dándose golpes el uno al otro.


    A pesar del abrupto cambio de esquema a partir de la página 29, que sin duda lastra la obra y es un sambenito que siempre lleva consigo, podemos decir que El caso del bacalao es una de las más brillantes historietas de Mortadelo y Filemón. Tanto desde el punto de vista del guion, con una trama sólida plagada de gags brillantes, como desde el punto de vista del dibujo, con unas casi treinta páginas de excelente resolución gráfica. Al igual que el resto de historias largas primigenias, El caso del bacalao ha sido traducido a multitud de idiomas, con títulos diferentes: O caso do bacalhau (Portugal), "Hilfe, wir verdursten!" (Alemania),  Le Roi de la Mafia (Francia), Het geval van de stokvis (Holanda), Ali Caponi & Maffidrengene (Finlandia), etc.  Del mismo modo, el álbum fue tomado como punto de partida de la trama de la película de Miguel Bardem Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra (2008).

domingo, 8 de enero de 2012

¿QUÉ LES HAN DEJADO LOS REYES (DEL HUMOR)?

Pues sí, queridos lectores, con esta portada de Mortadelo Almanaque para 1976 ponemos fin a estos especiales navideños. 
Hemos escogido esta portada por ser la cubierta relacionada con la festividad de Reyes que menos se ha utilizado para conmemorar esta fiesta.

                                                      
En ella destacan algunas de las mayores virtudes de Ibáñez como portadista y dibujante: la capacidad de expresión de sus personajes, el dominio del movimiento, el gusto por el gag secundario (ese perro que se esmorra contra el suelo), su capacidad para el dibujo realista (¿qué me dicen de la escalera?), así como su enorme virtuosismo para manejar multitudes. En este caso, dicha multitud la constituyen los perros que persiguen al pobre Rey mago-Mortadelo. Probablemente, se hicieran a instancia de Rafael González ya que era el director quien animaba a Ibáñez a que realizara portadas cargadas de personajes, con multitudes.

Con esta nota navideña y esperando que los Reyes Magos hayan sido recibidos en sus casas mejor que el pobre Mortadelo, nos despedimos por esta semana antes de volver a la rutina de siempre.

Obviamente, las penas con Mortadelo son menos, por lo que si alguno de sus regalos ha tenido que ver con este u otros personajes de Ibáñez, estaremos encantados de que lo comenten en el blog.

Un abrazo, lectores.